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Oenegés, transparentes y honestas

  • 18 marzo 2019 /

Son miles de organizaciones que el Gobierno tiene registradas, pero en la mayoría de los casos desconoce casi por completo su operar.

Noé Vega

La corrupción siempre buscará los huecos legales, los nidos oscuros y los vacíos sociales para encontrar su lugar, para desarrollar sus tramas. Esto se ha visto cuando se analiza cómo fueron utilizados organizaciones no gubernamentales para propiciar fraudes al Estado hondureño y para desviar fondos públicos, por ello una regularización y contabilización de las organizaciones no gubernamentales es muy propicio, pero con elementos de seguimiento que permitan determinar con certeza su operatividad y el impacto de su trabajo en el desarrollo del país.

Hace cinco años, liderado por la Comisión de Acción Social Menonita (CASM), se emprendió el proyecto junto con otras organizaciones de la sociedad para tratar de estructurar y desarrollar un sello que sirviera para garantizar que las organizaciones no gubernamentales son responsables, transparentes y honestas en sus proyectos. Ha pasado el tiempo y lamentablemente ese proyecto no logró concretarse, pero se hace más urgente hoy, cuando no solo se ha visto cómo organizaciones no gubernamentales se han visto involucradas en casos de corrupción, sino también para poder hacer notar aquellas organizaciones que desde la sociedad civil desarrollan un papel determinante en la lucha contra los índices de pobreza y subdesarrollo, así como en el combate a flagelos como la corrupción o la ignorancia.

Son miles de organizaciones que el Gobierno tiene registradas, pero en la mayoría de los casos desconoce casi por completo su operar, sus proyectos y la inversión que realizan de los fondos que reciben en su condición de agentes de desarrollo, puesto que no existe un adecuado control, seguimiento y auditoría de tales organizaciones de la sociedad civil, que en muchos casos trabajan a su manera, sin tener que rendir cuentas a nadie. Las organizaciones de maletín siempre han existido, pero lo que ha permitido que estas organizaciones que solo existen en papeles puedan defraudar al Estado o hacerse con fondos de forma indebida es la parsimonia del Estado y la falta de esos controles que las obligue a realizar sus actividades y proyectos apegados a la ley.

Este sello que propusieron los menonitas para las organizaciones sería de gran beneficio, pues no se trata de una caza de brujas, más bien es una garantía de que permitirá que las ong honestas y transparentes puedan tener un abanico de posibilidades de acceder a fondos de la cooperación internacional y de otros actores internacionales que no invierten en el desarrollo del país por temor a que los fondos sean mal utilizados, disfrazados en su uso o desviados de sus nobles propósitos. Este sello de “responsabilidad, transparencia y honestidad” es un sistema que por decirlo de alguna manera exige de manera voluntaria a cada organización de desarrollo el cumplimiento de una serie de estándares contables, auditorías y manejo transparente y honesto de los fondos a ellas confiados.