24/04/2024
12:27 AM

Experiencias vicarias

Jibsam Melgares


Se cuenta que un periódico de Kentucky, EUA, publicó en 1956 la noticia de un padre de familia que luego de haber violado las leyes de tránsito se presentó ante las autoridades competentes y confesó su error. Para sorpresa de todos, este hombre, en lugar de pagar una multa, prefirió la pena máxima: ir a la cárcel. La razón de su decisión fue la siguiente: “Creo que de esta manera le enseñaré a mi hijo que no debemos menospreciar las leyes”.
K. S. Rice indica que la escuela de la vida proporciona conocimiento de dos maneras. Por un lado, probando y equivocándonos aprendemos lo que es bueno y lo que es malo. Pero por otro, podemos instruirnos estudiando la vida de las demás personas. Por medio de estas experiencias vicarias aprendemos muchas verdades importantes que no necesitamos investigar mediante el método de prueba y error personal. A través de las experiencias ajenas sabremos lo que debemos hacer y lo que no.
Por esta razón es que el padre de familia de la historia inicial decidió ir a la cárcel, para que su hijo aprendiera de lo que le había acontecido a él. De la misma forma podemos aprender mucho nosotros. Por ejemplo, si usted fue testigo de cómo el vicio de su padre o el mal genio de su madre destruyó su familia, no imite ese tipo de conducta. Más bien busque modelos de vida exitosos que le inspiren y ayuden a triunfar no solo en su hogar sino que en cada una de sus áreas vitales.
La realidad, a pesar de sus dificultades, tiene mucho que enseñarnos si nos tomamos el tiempo para observar, analizar y sopesar la vida de los que nos rodean.
Las trágicas consecuencias de los errores ajenos no necesariamente debemos padecerlas nosotros también. Seamos sabios y aprendamos del buen camino transitado por otros y, a su vez, desechemos todos aquellos patrones inadecuados que solo nos pueden llevar al fracaso. Evaluemos bien para que decidamos bien.