Lo que les voy a contar a continuación tiene que ver con un punto en especial de la ideología japonesa. Tiene que ver específicamente con la empatía. Dentro del conjunto de responsabilidades que cada japonés entiende debe efectuar, la empatía ocupa un lugar importante. Esta es inculcada por los padres a los niños desde muy temprana edad, y así se hace de generación en generación, pero antes de ilustrar cómo funciona definamos primero la palabra empatía. De acuerdo con el diccionario, empatía es un sentimiento de identificación con algo o alguien. O mejor: es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Así si a alguien se le cae la cartera, por ejemplo, el japonés que la encuentra no descansará hasta dar con el propietario para devolvérsela. Y más aún si la cartera está llena de dinero, ¿por qué? Porque la empatía que aprendió le lleva a ponerse en el lugar de la otra persona, compartiendo la preocupación y demás emociones negativas que pudiera estar experimentando por la pérdida. El nipón piensa: “Ese dinero puede ser el pago de la renta del apartamento, de la escuela de su hijo o de la comida de la semana. Tengo que devolverla, ya que esto mismo me podría pasar a mí”. ¿Qué creen que sucedería en nuestro país en estas mismas circunstancias?, ¿se actuaría de la misma forma o, por el contrario, se pensaría que la suerte le acompaña o, incluso, que Dios le está bendiciendo enviándole la cartera llena de dinero?
Esto mismo se ve aplicado a la corrupción. Japón es una de las naciones menos corruptas del Asia-Pacífico. Tampoco con todo esto estamos diciendo que las cosas por aquel país oriental son todo color de rosa, sin embargo, creo que es de sabios aprender de los buenos ejemplos que encontramos en otras culturas para enriquecer así la nuestra y, ¿por qué no?, transformarla para el bien de todos.
Así si a alguien se le cae la cartera, por ejemplo, el japonés que la encuentra no descansará hasta dar con el propietario para devolvérsela. Y más aún si la cartera está llena de dinero, ¿por qué? Porque la empatía que aprendió le lleva a ponerse en el lugar de la otra persona, compartiendo la preocupación y demás emociones negativas que pudiera estar experimentando por la pérdida. El nipón piensa: “Ese dinero puede ser el pago de la renta del apartamento, de la escuela de su hijo o de la comida de la semana. Tengo que devolverla, ya que esto mismo me podría pasar a mí”. ¿Qué creen que sucedería en nuestro país en estas mismas circunstancias?, ¿se actuaría de la misma forma o, por el contrario, se pensaría que la suerte le acompaña o, incluso, que Dios le está bendiciendo enviándole la cartera llena de dinero?
Esto mismo se ve aplicado a la corrupción. Japón es una de las naciones menos corruptas del Asia-Pacífico. Tampoco con todo esto estamos diciendo que las cosas por aquel país oriental son todo color de rosa, sin embargo, creo que es de sabios aprender de los buenos ejemplos que encontramos en otras culturas para enriquecer así la nuestra y, ¿por qué no?, transformarla para el bien de todos.
