Dos acontecimientos en una misma semana ponen en evidencia la urgente necesidad de colocar los grandes temas ambientales como prioritarios en la agenda del país.
El primero, un incendio forestal en el sector de la Reserva Biológica Uyuca y La Montañita, que significó la muerte de dos valientes bomberos, los sargentos Josué Vargas y Felipe Santiago Varela, que lucharon por defenderlo de las llamas y mantiene en estado de gravedad a cinco de ellos.
El segundo, las fuertes lluvias que azotaron Tegucigalpa y pusieron nuevamente en evidencia su enorme vulnerabilidad pese a las mejoras de infraestructura.
Son dos acontecimientos separados, cuyos saldos no pueden compararse entre sí, sin embargo, ambos se relacionan con el medio ambiente. Por una parte, la preservación de los bosques y, por otra, la adaptación a los efectos del cambio climático. No se sabe con exactitud qué ocasionó el fatídico incendio, pero una de las causas probables es la acción humana absurda.
Hace falta educar y crear conciencia en una población que atenta contra sí misma. La generación de campañas de comunicación masiva es urgente para incidir aunque sea un poco en las personas. Un solo sector de la población poco puede hacer. Se requiere de la acción conjunta de diversos sectores: Gobierno, organizaciones para el desarrollo y la empresa privada. Eso será posible toda vez que los temas ambientales figuren como prioritarios en la agenda de país.
La protección de nuestros recursos, la acción ante el cambio climático y la necesidad de que nuestras comunidades sean más resilientes no son asuntos ajenos, dedicados solamente para ambientalistas, sino de todos. En la medida en que hagamos visibles estos temas, honraremos verdaderamente la memoria de quienes perdieron la vida luchando por lo que otros no saben apreciar.
¡Hay que cuidar la casa! Esta que es de todos. La responsabilidad es compartida, no podemos esperar que todas las respuestas vengan del sector público, pues los temas rebasan de sobra su capacidad de respuesta y la de cualquier sector por sí solo.
El primer gran paso es reconocer nuestra gran vulnerabilidad y darle la prioridad que merecen, tanto la conservación de los bosques, la flora y la fauna como la adaptación al cambio climático y la educación ambiental para crear comunidades más capaces de influir en su propio destino. El país tiene una valiosa oportunidad en la Agenda 2030 fijada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para atender estos asuntos y atraer la cooperación no solo internacional, sino nacional - de organizaciones de la sociedad civil y de la empresa privada- para articular esfuerzos y lograr mayores resultados.
Recuerdo que hace ya varios años, en una conferencia organizada por el Centro Nacional de Producción más Limpia de Honduras (CNP+LH) un experto de ONU Medio Ambiente alertaba ya sobre el incremento de tormentas que en pocos minutos verterían el agua equivalente a semanas de lluvia.
En Tegucigalpa acababa de suceder, en 2013, un episodio muy similar al vivido el viernes recién pasado. En aquel entonces, hace más de cuatro años, ya se observaba la necesidad de trabajar en esta situación. Ahora es urgente. El medio ambiente es un asunto que nos concierne a todos. Se trata del cuidado de nuestra casa, de nuestra gente. Prioricemos este tema en la agenda nacional.
