19/04/2024
02:48 PM

Pelear por protagonismo

“Ser parte de soluciones y demostrarlo con hechos es vía segura y duradera hacia el protagonismo”.

Elisa Pineda

De vez en cuando, en alguna conversación cotidiana, alguien dice una frase que define una realidad compleja. Un grupo de palabras que encierra una potente definición de un escenario real. Saber simplificar lo complejo siempre me ha parecido una habilidad muy necesaria y, por ello, tan apreciada.

Hace pocos días conversaba con colegas sobre temas relacionados con el desarrollo del país y señalábamos la dificultad del diálogo intersectorial para generar acuerdos que permitan trabajar en conjunto para alcanzar mejores condiciones en lo económico, social y ambiental.

Nos referíamos al diálogo como la oportunidad de entablar la comunicación y establecer acuerdos que permitan trabajar en el corto, mediano y largo plazo, y no únicamente a instancias políticas.

Es claro que llegar a consensos no es nada fácil en nuestro país, como en muchos otros. En nuestro caso particular, ¿qué tipo de situación influye negativamente?

La explicación vino de mi interlocutora, que acertó al decir que “Honduras es un país en el que la gente pelea por protagonismo y no por desarrollo”.

Esa actitud de pelea por ser importante o más escuchado que el resto, por llevarse el crédito de las buenas iniciativas, nos juega totalmente en contra cuando se trata de buscar acuerdos -aunque sean mínimos- como la base para la acción. Hay excepciones, como en casi todo, pero me temo que son pocas.

Poco nos gusta escuchar otras verdades, cuesta arriba es generar empatía y asumir que necesitamos complementarnos con otras personas y organizaciones para incidir en las condiciones de desarrollo del país.

Dar la razón a otros puede ser visto como sinónimo de debilidad, reconocer puntos de encuentro es casi una cesión de poder.

Todos queremos ser importantes, más que otros. Escuchar activamente no parece ser una de nuestras cualidades colectivas, decir monólogos es lo nuestro, aunque eso lleve incluso a desdecir posiciones anteriores, a riesgo de arruinar reputaciones, no solamente individuales, sino organizacionales.

Hemos olvidado que el poder del diálogo educado y respetuoso radica en construir una visión compartida, no en confrontar de forma permanente.

Hay una crisis de liderazgo en el país ciertamente, pero no solo de personas, sino de instituciones. Ese estado crítico solamente abona al crecimiento de un clima generalizado de desconfianza.

Queremos ser importantes, tener protagonismo, pero a base de declaraciones, discursos y posturas casi inamovibles. ¿Qué hay de los hechos?

Hay mucho por hacer en materia de desarrollo en Honduras, pero ninguna instancia por sí sola, ni siquiera las del Estado, puede hacer frente a los grandes desafíos de país.

Es posible que hoy por hoy nos parezca normal ese interés casi desmedido por protagonismo; sin embargo, esa situación puede convertirse en una verdadera ancla que nos mantenga en el atraso.

La búsqueda permanente del reconocimiento, la popularidad y el poder que ello implica no permiten alcanzar un mayor grado de madurez en beneficio del país, por eso muchas instancias interinstitucionales de diálogo son poco productivas.

Enfocarse en resolver las necesidades urgentes es prioritario. Después de todo, ser parte de las soluciones y demostrarlo con hechos ofrece una vía más segura y duradera para alcanzar el tan anhelado protagonismo, eso sí, implica trabajar. Seamos parte del cambio de enfoque en nuestras áreas de influencia, ¡manos a la obra!