23/04/2024
12:01 AM

Julissa, mujer de coraje

“Reconocimiento a la doctora Julissa Villanueva le permitirá fortalecer su vocación de servicio”.

Juan Ramón Martínez

El Departamento de Estado de los Estados Unidos tiene un programa que escoge y premia a mujeres distinguidas que en todo el mundo muestran coraje, imaginación, creatividad, libertad y vocación de servicio. Este año, una hondureña, Julissa Villanueva, fue escogida y homenajeada en Washington por funcionarios del Departamento de Estado y por la primera dama Melania Trump.

Julissa Villanueva es médico y docente en el posgrado de Patología de la Unah. Actualmente es la directora de Medicina Forence, unidad que ha modernizado y logrado una extraordinaria relación con el público. En los comunicados de la embajada de USA se resalta la más humana de sus acciones: haber gestionado un espacio físico para crear un “cementerio” para los que mueren y no tienen nadie que les busque o les extrañe, y que en consecuencia antes de su iniciativa eran enterrados en fosas comunes como carne humana desechada.

Frente a este desamparo, Villanueva, de probada sensibilidad, logró la donación de un terreno para crear un espacio decente en que descansen –sino es una expresión irrespetuosa– los que no tienen un nombre sobre los cuales identificar los restos de los abandonados por sus familiares y por la sociedad.

La conozco desde hace mucho. Soy amigo de su padre Eduardo Villanueva, con el cual trabajamos juntos en las últimas fases de la lucha en favor de los campesinos, en la creencia de que podrían dar el salto de la marginación social y económica a la condición de empresarios capitalistas. Vivíamos entonces bajo el convencimiento de que necesitábamos una burguesía y de un empresariado capitalista comprometido con el desarrollo de Honduras.

Por ello conocí a Julissa desde muy joven. Siempre inquieta, conversadora, alegre, imaginativa e inteligente, consecuente con la formación familiar. Por ello muestra en su carrera una sensibilidad hacia los que sufren, comprometiéndose en que la investigación post mortem avance de forma que los cadáveres hablen y cuenten a los expertos la forma en que terminaron su vida terrenal. En varias oportunidades he conversado con Julissa Villanueva sobre el tema de la investigación científica en general, y específicamente la que se hace post mortem, como parte de los auxilios para que identificadas las causales del deceso puedan en casos criminales apuntar hacia los responsables. Es decir, que estas investigaciones apoyen la acción de los fiscales para construir sobre la verdad, casos sólidos ante los jueces, para que puedan hacer justicia.

Pero también hemos hablado de las frustraciones y desencantos que produce una sociedad sin prioridades, donde no se comparte el sueño común de una patria mejor y en la que, algunos funcionarios, prevalidos de la idea de que los ciudadanos somos usuarios, solo tenemos la oportunidad de recibir, sin capacidad para evaluar y calificar el trabajo que hacen, dentro de la óptica del liberalismo, los que son empleados de nosotros, la única fuente del poder legítimo. La he escuchado quejarse del poco respeto hacia el trabajo que hacen sus subordinados, de la ausencia de protección legal para sus empleos y, en algunos casos, de la falta de respeto de algunos fiscales que, ante la referencia objetiva y científica, optan por la intuición o por la satisfacción de sus emociones primarias, que los lleva a creer que solo lo que ellos piensan es la verdad.

Cuando le menciono el caso de los ciudadanos chinos dedicados al negocio de restaurantes asiente. Me cuenta que en tres semanas tenían los resultados, sin embargo, tuvo que actuar la Asociación China, un año después, para que los órganos ejecutivos hicieran constar que lo que los fiscales dijeran era carne de perro no lo era; o sea, que con una visión equivocada de lo que es la verdad se pretendía darle gusto al ego individual, aunque con ello se le hiciera mucho daño a una actividad económica que produce mucho empleo en nuestro país.

No disimulo la satisfacción por el reconocimiento a Julissa Villanueva, pues su triunfo es también de todos. Abrigo la esperanza de que este reconocimiento le permitirá seguir desarrollando su vocación de servicio e imaginando nuevas soluciones a los viejos problemas de esta sociedad, que, pareciera por momentos, luce sin deseos de arrancar siquiera, contando con mayor respaldo del que ha recibido hasta ahora.