19/04/2024
12:14 AM

Futuro de Venezuela

La Iglesia no vive ya en la época de la cristiandad, cuando el Papa tenía tanto poder que podía deponer emperadores.

Seguro que eso tiene consecuencias positivas, pero también algunas negativas, pues ahora vendría muy bien una rebelión en el ejército venezolano, por ejemplo, como la hubo antaño entre los nobles alemanes tras la excomunión de Enrique IV, que llevara a Maduro a la cárcel o al exilio. Más bien parece que estamos viviendo en una continuación de lo sucedido en Yalta, con una influencia en la vida pública cada vez menor, e incluso en muchos sitios totalmente irrelevante.

Sin embargo, esta impresión de impotencia puede ser engañosa. El oso soviético se comió naciones enteras confiando en el poder de su ideología asesina y de sus armas. Pero al menos una de ellas se le indigestó y terminó por provocar su muerte.

Me refiero a Polonia. Durante cincuenta años, los polacos resistieron. Sus iglesias y sus seminarios estaban llenos. Los fieles encontraron en la fe su fuerza y en la Iglesia el único ámbito de libertad, aunque fuera relativa, que no lograba sofocar la tiranía comunista. La Iglesia, efectivamente, no tenía tanques, pero tenía rodillas que solo se plegaban ante el Sagrario y no ante los dictadores asesinos.
Al final, las oraciones fueron más fuertes que las balas y el comunismo cayó, dejando tras de sí una estela de destrucción y odio.

Ese es el futuro de Venezuela. Convertirse en una nueva Polonia. Reunirse en torno al Señor para resistir.

Llenar los templos y los seminarios. Doblar las rodillas solo ante Cristo. Rezar y ofrecer al mundo el testimonio de un pueblo que no se rinde porque encuentra en Dios su fuerza y su esperanza.