20/04/2024
01:38 AM

Servir y proteger

Francisco Gómez Villela

Aquella mañana los noticieros llenaban sus pantallas con ¡noticia de última hora! Una nueva desgracia ocurrida en una carretera suburbana. Un accidente de tránsito. Varios muertos de una familia. Imágenes dantescas, multitud de curiosos, el cemento de la carretera de un color rojo carmesí, drama. El escenario parece que está cambiando. Tanto así que da la impresión que los muertos por arma de fuego son menos que los muertos en accidentes de tránsito.

No hay semana en la cual no se reporten desgracias de este tipo dentro de los límites geográficos de esta Honduras. Es una situación a la que hay que prestarle atención. Algo está pasando. Hay mejores vías de comunicación, más señales de tránsito. La cantidad de borrachos al volante ha disminuido sustancialmente con la aplicación de la Ley de Tránsito. Pero la cantidad de accidentes va en aumento. Los muertos también.

Y como que nadie se percata. Nadie dice nada. Nadie hace nada. No es justo para las familias, para los hijos, para las esposas, esposos, novios, padres, de todas estas personas que mueren de esta manera. El común denominador es la imprudencia de algunos que conducen. Imprudencia que raya en locura, irresponsabilidad, demencia, como le quieran llamar.

Probablemente se requiera que se aplique la Ley de una manera más enérgica y se decomisen licencias de estos locos antes que causen una desgracia. Probablemente se requiera de más agentes de Tránsito. Se ha fortalecido la Policía de orden público y el Ejército, no así la Policía de Tránsito. Se requiere un mayor número. Que saturen las calles, avenidas y carreteras en los puntos más álgidos. Y que sean estrictos y rígidos solicitando se cumplan las reglas de Tránsito. Que no perdonen faltas, especialmente a los conductores de transporte. Que sean incorruptibles;

porque en esta situación hay dos protagonistas, los que infringen la ley y los que la hacen cumplir. Y definitivamente los locos del volante no tienen la mínima intención de cumplirla. Entonces la Ley y sus agentes deben endurecerse porque esa sí es una responsabilidad adquirida. La ley fue creada para eso, y los agentes tiene la responsabilidad de hacer que se cumpla lo que está escrito como ley.

Porque si la ley y sus agentes no garantizan su cumplimiento están cayendo en irresponsabilidad que al haber muertes de por medio vuelven la situación muy grave para ellos mismos, ya que están allí para “servir y proteger”. Sólo ellos nos pueden salvar de estos locos.

Hay que detener esta práctica de la irresponsabilidad al volante. Y eso solo se va a lograr cuando empiecen a decomisar licencias por 6-12 meses o definitivamente al tener evidencias de imprudencia al volante, al percatarse de que un automotor no cumple los requisitos para transportar personas, cuando los motociclistas no respetan las filas de vehículos sino que se adelantan por ambos lados de la calzada. Porque todo radica en imprudencia temeraria; locos al volante de una máquina, en muchos casos bajo efectos de drogas.

Y aunque las generalizaciones son malas, hay que decirlo. La mayoría de estos accidentes fatales son causados por transportistas de carga, autobuses interurbanos, rapiditos, taxis y motociclistas. Y si la motocicleta tiene una cajita en la parte de atrás y lleva alguna entrega de comida rápida, el problema es peor, estos viajan a contrarreloj.

A estos grupos de conductores anteriormente expuestos hay que vigilarlos y aplicarles la ley sin miramientos, sin componendas, sin perdonarlos; son de alto Riesgo. Solo se requiere compromiso, decisión, mano dura y más agentes. Se requiere darles los medios de vida para que tengan vidas decentes, buenos sueldos que no los haga presa fácil de las mordidas, tecnología y equipo óptimo para realizar su trabajo.

Porque no es justo que mueran inocentes a manos de locos. A estos hay que sacarlos de las calles. Bajarlos de sus unidades y no dejarlos subir nunca más. Solo así las calles, avenidas y carreteras de esta bonita Honduras serán seguras. Servir y proteger; bonito lema, se oye bien.