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El mundo del futuro

  • 18 junio 2017 /

Hace poco más de veinte años nadie tenía teléfonos inteligentes, esos pequeños aparatos por medio de los cuales se puede acceder a toda la información y el conocimiento acumulado por la humanidad desde el comienzo de los tiempos.

Todos los avances científicos, todas las composiciones musicales, todos los datos históricos de todas las civilizaciones conocidas y todas las noticias del planeta -actualizadas minuto a minuto- están disponibles en un instante.

El teléfono inteligente es apenas un ejemplo (si bien uno de los mejores) de la maravillosa era tecnológica que afortunadamente nos ha tocado vivir, pero hay mucho más.

Modernos e increíbles dispositivos permiten realizar operaciones dentro del cuerpo humano sin tener que “rajar” como antes. La microcirugía no invasiva por medio de nano dispositivos (un nano equivale a 10 a la menos 9) que son introducidos en lugares del organismo antes inaccesibles.

Son pequeños robots (casi con vida propia) que realizan proezas médicas anteriormente solo soñadas. Asombrosas máquinas “imprimen” en tres dimensiones partes del cuerpo humano, son piezas de repuesto fabricadas por el hombre y que de alguna manera “milagrosa” adquieren vida.

Hasta hace muy pocos años aquellos que sufrían de un infarto cerebral quedaban lisiados, paralizados de medio cuerpo, impedidos de hablar. He sido testigo de cómo -casi en forma mágica- amigos míos se han recuperado por completo gracias a nuevas drogas y poderosos tratamientos.

Estamos en los tiempos modernos, para nosotros es real mucho de lo que solo imaginaron los más atrevidos escritores de ciencia ficción.

Las células madres permiten verdaderos milagros en medicina, aunque su uso está apenas en embriones (para sonar medio científico), lo que veremos en pocos años será espectacular.

Ya circulan en algunos lugares automóviles que no necesitan conductor (de hecho sí lo necesitan, solo que se trata de una computadora), su uso será más común conforme pase el tiempo.

Quizá a los más jóvenes les parezca normal poder desplazarse virtualmente por casi cualquier calle del planeta y en muchos casos penetrar dentro de museos y otros edificios; a mí no deja de maravillarme cada vez que lo hago. Existen en ciertos países tiendas y supermercados donde el cliente selecciona sus artículos, los paga y sale con ellos sin interactuar con otro ser humano (aquí en Honduras eso tardará un poco, por razones obvias).

Hay aviones de dos pisos con capacidad para más de seiscientas personas, así como trenes que “vuelan” sobre rieles magnéticos a velocidades increíbles.

El papel moneda está desapareciendo, el pago de la mayoría de las compras se hace por medio de tarjetas o transacciones electrónicas. Cuando todas esas maravillas se vuelven rutinarias, cuando aún el más humilde de los ciudadanos las ve como cosa normal es cuando me doy cuenta que estamos en el futuro, ¡llegamos al futuro!

Pero, como decía alguien, “aún no han visto nada”.