25/04/2024
12:24 AM

La última voluntad

Si las últimas palabras de nuestro padre o nuestra madre nos parecen algo sagrado e inviolable.

Salomón Melgares Jr.

Recuerdo aquel padre que moría en su lecho. No podía ya hablar, y las últimas palabras para sus hijas las escribía en hojas de block, que luego me encargaba de leérselas personalmente: “Isabel, cuida bien de tu madre cuando yo me vaya. Y tú Marisa, sé siempre prudente en tus relaciones. No des nunca nada a precio de tu gracia santificante”. A las dos más pequeñas: “Sed siempre obedientes. Y no lloréis cuando me vaya al cielo”. Aquel hombre murió en la paz de Dios. Y yo guardé todos aquellos papelitos testamentarios, escritos con una sinceridad que solo se puede obtener de cara a la muerte.

Pasaron dos años, tuve noticias de Marisa. “No va bien con su novio...”me dijo un día su madre alarmada. La cité y sin más conversación le entregué recortado el papelito que su padre había escrito para ella, doce días antes de morir. “Y tú Marisa, sé siempre prudente en tus relaciones. No des nunca nada a precio de tu gracia santificante”. “Tómalo —le dije—, y léelo muchas veces. Quizá en tus manos sea de más provecho que en las mías...”. Aquellas palabras de su padre fueron de una eficacia prodigiosa. Cortó por donde tenía que cortar. Rompió todo lo que tenía que romper. Y aquella alma joven se entregó de nuevo a Dios. Por obra y gracia de la última voluntad de su padre.

¿Y no tendrá —se pregunta luego el escritor del testimonio— más eficacia en nuestra vida, en nuestras decisiones, en nuestras reacciones humanas la última voluntad de Jesucristo, sus últimas palabras antes de subir al cielo? Si las últimas palabras de nuestro padre o nuestra madre nos parecen algo sagrado e inviolable; si el no cumplirlas con fidelidad nos parece una especie de sacrílega violación; si el recordarlas con indiferencia nos parece algo inconcebible, ¿no pensaremos de la misma forma de las palabras de Aquel que entregó su vida para darnos vida, como el padre amante haría por su hijo (a)? El lector responde.