19/04/2024
12:32 AM

Unir los puntos de Trump hasta Rusia

Los contactos “repetidos” y “constantes” entre funcionarios de Trump y la inteligencia rusa, como reportaron The New York Times y CNN, quedan subrayados.

Me gustó el programa “House of Cards”, pero siempre sentí que fue demasiado lejos, que su trama no era verosímil. Después de siete semanas del presidente Trump, le debo una disculpa a “House of Cards”. Ya nada parece imposible.

Eso incluye a la sospecha más terrible de todas: que el equipo de Trump se coludió, de alguna forma, con Rusia para interferir en las elecciones estadounidenses. Este es el tema nodal en el que debemos permanecer centrados.

Hay muchos puntos y el reto es conectarlos todos. Hay que ser cuidadosos: los demócratas deberían evitar descender al tipo de mentalidad conspirativa que llevó a algunos republicanos a suponer que Hillary Clinton era una delincuente a punto de que le levantaran cargos, o evocar a las esclavas sexuales que le pertenecían en una pizzería, en Washington. Suceden las coincidencias y yo creo que se ha puesto mucha atención en el fiscal general Jeff Sessions y no la suficiente en Paul Manafort, el ex coordinador de la campaña de Trump. A continuación, se presentan 10 de los puntos cruciales:

1. Trump y sus asesores han negado, falsamente y repetidas veces, sus vínculos con Rusia. “USA Today” contó al menos 35 negaciones. De hecho, ahora sabemos que hubo contactos de al menos media docena de personas del círculo de Trump con altos funcionarios rusos.

2. No existe ninguna razón obvia para todos esos contactos. Cuando el 15 de enero se le preguntó al vicepresidente Mike Pence si había habido contactos entre el equipo de campaña de Trump y funcionarios del Kremlin, respondió: “Claro que no. ¿Por qué habría de haberlos habido?”. Nosotros tampoco lo sabemos, señor vicepresidente.

3. Hubo comunicaciones, inexplicadas, entre el servidor informático de la Organización Trump y el Banco Alfa de Rusia, el cual tiene vínculos con el presidente Vladimir Putin. Dichas comunicaciones incluyen 2,700 mensajes de “búsqueda” para iniciar comunicaciones, y algunos investigadores encontraron esto profundamente sospechoso. Otros pensaron que podría haber una explicación inocente, como que fuera correo basura. Todavía no sabemos.

4. Los contactos “repetidos” y “constantes” entre funcionarios de Trump y la inteligencia rusa, como reportaron The New York Times y CNN, quedan subrayados con las comunicaciones que se interceptaron y que involucran a funcionarios rusos, así como por los Gobiernos británico y neerlandés que monitoreaban las reuniones en Europa entre rusos y miembros del equipo de Trump.

5. Christopher Steele, un respetado experto en Rusia, que antes estuvo en el MI6, elaboró el ahora famoso dosier con el que afirma que Rusia hizo videos comprometedores de Trump en el 2013, y que miembros de su equipo se coludieron con el Kremlin para interferir en las elecciones estadounidenses.

En el dosier, se cita a un ruso que dijo que se había llegado a un acuerdo “con el conocimiento pleno y el apoyo de Trump” y que a cambio de la ayuda rusa, “el equipo de Trump estuvo de acuerdo en dejar de lado la intervención rusa en Ucrania como un punto de campaña”. James Clapper, el ex director de inteligencia nacional estadounidense, dice que no vio ninguna evidencia de tal colusión, pero está a favor de una investigación para llegar al fondo de todo.

6. Trump ha expresado un punto de vista desconcertantemente benevolente sobre Rusia y nombró a funcionarios que también son amigos de Moscú. La invasión rusa de Ucrania no fue un tema que tocara durante su campaña.

7. Roger Stone, un allegado de Trump, parecía tener conocimiento por adelantado de la divulgación de los correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton por medio de WikiLeaks. Muy pronto, en agosto, dos meses antes de que se dieran a conocer los correos electrónicos del coordinador de la campaña de ella, John Podesta, Stone tuiteó: “Créanme, pronto (será) el momento de que Podesta pase por la barrica”. En octubre, seis días antes de una descarga de correos electrónicos de la campaña de Clinton, Stone tuiteó: “Hillary Clinton está acabada. #WikiLeaks”.

8. Sessions parece una maniobra distractora, ya que no fue un conducto secreto para el Kremlin. El punto más interesante es Manafort, en quien se han concentrado los investigadores debido a sus vínculos de larga data con Rusia.

9. “Vemos mucho dinero que llega de Rusia”, se citó que dijo Donald Trump, Jr., en 2008. Es posible que Rusia haya obtenido una ventaja sobre el presidente Trump mediante los préstamos a su organización u otros negocios. La forma de apaciguar estas sospechas sería examinar las declaraciones fiscales de Trump: cualquier investigación del Gobierno que no tenga esas declaraciones, simplemente, no es una investigación a fondo.

10. Incluso, muchos republicanos lo reconocen, como lo expresó el expresidente George W. Bush: “Todos necesitamos respuestas”. Los comités de inteligencia de la Cámara de Representantes y del Senado operan, en su mayor parte, a puerta cerrada, mientras que nosotros anhelamos transparencia. Lo que se necesita con desesperación es una indagatoria independiente, inspirada en la Comisión del 11 de Septiembre.

Cuando mis amistades me presionan para que les diga lo que creo que sucedió, les digo que la hipótesis que se me ocurre es que no se trata de un caso claro de “quid pro quo” entre Trump y Putin para cooperar para robarse las elecciones, sino, más bien, algo más ambiguo y menos transaccional, en parte porque Putin pretendía dañar a Clinton y, de hecho, no se imaginó que Trump pudiera ganar. No obstante, no me sorprendería si su equipo hubiera tenido contactos secretos y enviado mensajes subrepticios, y que tuviera conocimiento con antelación de los esfuerzos de Rusia para atacar el proceso político estadounidenses. Y eso sería un escándalo trascendental.

Una razón por la que sospecho cada vez más son las denuncias furiosas que ha hecho Trump de la prensa y de Barack Obama, al grado en el que a veces parece trastornado. Los periodistas han aprendido que cuando un dirigente se pone frenético, y desata diatribas y amenaza a los investigadores, es cuando uno se está acercando.