La vida es un regalo y es un regalo precioso, único que deberíamos disfrutar al máximo a pesar de las dificultades y sinsabores que puedan venir en el camino. A mí me encanta la vida y siempre me gustó. Desde el levantarme en la mañana hasta el anochecer al acostarme la vida es una multiplicación de regalos.
Creo que todos debemos pensar en la belleza de la vida... No importa qué. Tenemos dos ojos luminosos para contemplar el mundo maravilloso en que vivimos, las montañas, los mares, los árboles, las flores, la salida y puesta del sol, las risas de los niños. Con los oídos escuchamos música y sonidos melodiosos que alegran el espíritu. El sabor de las comidas es un regalo de los más apreciados para disfrutar y sobrevivir con salud. El olfato también nos impregna con olores y sensaciones diferentes que afectan nuestro ser. Y por último, el tacto, el poder palpar y apreciar con lujo de detalles las miles de cosas a nuestro alrededor hacen que nuestra vida sea plena.
Me gusta la vida aún con sus cosas paradójicas: el éxito y el fracaso, la alegría y el dolor, el amor y el odio, la compañía y la soledad. Cada una tiene su momento y ocupa su espacio. Cada una va dejando su huella en nosotros. Me gusta servir, consolar, ayudar, alegrar a los demás. Me gusta reírme con ganas, a carcajadas y hasta me río de mí misma... Me gustan los jóvenes apegados a sus convicciones y los hombres que luchan por sus ideales. Me gustan las mujeres valientes y apasionadas. Me gusta viajar y me gusta la soledad, me gustan las reuniones de los sábados, me gusta mi reunión de grupo, me gusta Talleres de Oración y Vida, me gustan las noches oscuras sin luz artificial pero con la luz de las estrellas, me gusta una buena película, me gusta la gente, me gusta vivir intensamente... Aprovechemos la vida hasta su final... Vale la pena vivirla...