19/04/2024
10:06 PM

Aborto y misericordia

El Año de la Misericordia que recién concluyó, lo hizo con un hermoso documento, la carta apostólica “Misericordia et misera”. Mientras seguimos a la espera de lo que darán de sí las tensiones a propósito de la “Amoris laetitia”, conviene fijarnos en lo positivo y para ello podemos detenernos en uno de los puntos más destacados de este nuevo texto magisterial del Papa Francisco. Me refiero al permiso dado por el Pontífice para que los sacerdotes puedan absolver del pecado del aborto, extendiendo así el privilegio que él mismo había concedido con motivo del Año Santo.

“Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave porque pone fin a una vida humana inocente”, dice el Papa, para añadir a continuación que ningún pecado escapa a la misericordia de Dios si el pecador está arrepentido. Por ese motivo, para facilitar que la misericordia divina llegue al penitente, el pecado del aborto ya no estará reservado al obispo, como hasta ahora. No se dice nada acerca de la excomunión que pesaba sobre los que cometían este pecado, sino que solo se habla de quién puede dar la absolución. Hay que recordar que dicha reserva la estableció San Juan Pablo II, pero no para fastidiar o hacer más difícil el perdón a las mujeres que han abortado -o a los médicos, auxiliares clínicos o políticos que hayan colaborado con él o con la aprobación de su ley-, sino para poner de manifiesto la enorme gravedad del aborto, en un momento en que esta ya empezaba a banalizarse (aún no se había llegado a la aberración de considerarlo un derecho).

Pasados estos años, Francisco ha considerado oportuno insistir en favorecer el acceso a la absolución de este pecado, porque le ha parecido que es suficientemente clara la oposición frontal que la Iglesia hace del mismo.