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Niños en la calle

  • 09 marzo 2016 /

Todo el fin de semana estuve pensando en cómo escribir sobre la situación de los niños en la calle. Espero poder escribir lo que sintió mi corazón el domingo a mediodía cuando estaba esperando para ordenar una pizza en el autoservicio cerca de la 105 Brigada, carretera a Puerto Cortés.

Había visto a esta señora, pero no sé por qué me impactó tanto ese día junto a la parada de buses donde hay sillas para que las personas esperen el bus cómodamente. Esta señora estaba, literalmente, acostada en la acera cuan larga es, alrededor de ella había tres niños de aproximadamente dos o tres años jugando con botellas vacías y corriendo en la acera. Todos los niños del mismo tamaño, por lo que supongo no son hijos de ella, al menos que sean trillizos. Yo estoy un poco confundida de cuál es la forma en que debemos actuar en estos casos, recuerdo que en nuestra parroquia nos explicaron que no debíamos dar dinero ni comida a estos niños porque son los padres que los mandan a pedir y en vez de ayudarlos los perjudicamos.

Sin embargo, hace dos domingos y siempre en nuestra parroquia, otro sacerdote nos explicó que debemos ayudarles porque cuando uno hace algo, no debe pensar en qué se va a utilizar lo que regalamos, lo importante es darles dinero o comida, que no es nuestro problema lo que suceda después. Pensé en el peligro al que esta señora expone de una forma inconsciente a estos niños, pensé también en que si yo fuera la esposa del alcalde formaría un grupo de ayuda para ir por los diferentes puntos de la ciudad a recoger a todos estos niños, abrir un centro de atención y ayuda, y a las madres irresponsables que los mandan a pedir, meterlas presas. Pensé, doña Aguas Ocaña, la mejor primera dama que hemos tenido en Honduras.

No debemos esperar que el Gobierno arregle los problemas; estoy a la orden si alguien tiene alguna idea para hacer algo al respecto. En San Pedro Sula, en cada semáforo hay niños pidiendo; el problema es grave. Hagamos algo.