19/04/2024
08:33 AM

Las barbas del vecino

Mientras siguen los problemas en la Iglesia y, sobre todo, en Estados Unidos, ligados a los sacerdotes pederastas, pasan otras cosas en la Iglesia y fuera de ella. Después de las acusaciones de monseñor Viganó sobre el encubrimiento que pudieron hacer algunos eclesiásticos a dichos sacerdotes, la discusión se ha centrado en si el responsable indirecto de que se hayan cometido esos delitos es el celibato sacerdotal.

La fuerte corriente anticelibato que ha estado actuando en la Iglesia en las últimas décadas ha cobrado nuevos bríos y muchos analistas creen que las dos próximas citas sinodales -la de este octubre, dedicada a los jóvenes, y la del año que viene dedicada a la evangelización de la Amazonia- van a tener este tema como “argumento estrella”.

Decir que los problemas de pederastia se solucionarían suprimiendo el celibato es una simplificación ignorante. Entre otras cosas porque los datos demuestran que la mayor parte de los sacerdotes que han abusado de menores son homosexuales. Habría que dar el paso a la aceptación del matrimonio homosexual en general y del matrimonio homosexual entre el clero para que ese argumento pudiera tener un mínimo de coherencia. Y digo un mínimo, porque a nadie se le oculta que, aunque haya parejas gay estables y fieles, la promiscuidad en ese ambiente es enorme.

Pero, mientras se llega a lo que algunos parecen buscar -la aceptación del matrimonio homosexual en el clero-, hay que dar otros pasos. El primero de ellos es el fin del celibato sacerdotal obligatorio, que es lo que va a entrar a debate en los próximos sínodos.

Conviene fijarse en la experiencia de otras Iglesias para no actuar a la ligera. Conviene ver cómo están las barbas del vecino para saber qué tenemos que hacer con las nuestras. Por ejemplo, la Iglesia ortodoxa, tan próxima a nosotros, que ofrece desde sus orígenes la posibilidad de ordenar a hombres casados.