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Ponerse de acuerdo para un acuerdo

  • 22 noviembre 2014 /

Las elecciones pasadas estuvieron polarizadas entre la guerra y la paz. Fueron apretadas, con una votación muy dividida. Así que la guerrilla, ante el secuestro del general Alzate, se ha equivocado, a pesar de que es claro que el diálogo no implicaba la tregua ni el cese al fuego. No obstante, un secuestro merma la percepción de seriedad y compromiso de la guerrilla con la paz.

Tal como se dieron las cosas, pareciera que fue una sorpresa para los negociadores de la guerrilla en La Habana: inicialmente desconocían el hecho, y horas más tarde anunciaron que uno de sus loques retenía al general. Y es que las Farc, al estar estructuradas en bloques —cada uno está compuesto de varios frentes— no parece tener una línea central de mando: se toman decisiones autónomas e independientes. La pregunta más compleja es si hay coordinación en las Farc y si hay acuerdo entre sus distintos frentes para un acuerdo de paz. Porque el secuestro llevaría a pensar que no lo existe.

Otra pregunta es: ¿qué hacía el general en una zona riesgosa, con alta presencia guerrillera y bandas, sin suficiente protección y vestido de civil? ¿Para qué tomar riesgos innecesarios? ¿Por qué estaba y qué estaba haciendo allá? ¿Inspeccionando un proyecto energético? Hay que ser más cuidadosos.

Probablemente hay muchos errores, tanto del Ejército como de la guerrilla, pero lo que es claro es que el secuestro ha polarizado y les da razones a aquellos que creen que no hay que negociar con la guerrilla. Especialmente cuando se negociaban temas álgidos, como el de la justicia que se aplicará a estos delitos, y, sobre todo, cuando los militares están preocupados por el futuro de las Fuerzas Armadas en el posconflicto.

No ha sido el secuestro lo más afortunado, y el presidente se ha visto obligado a suspender las negociaciones hasta que el general sea liberado