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Lobo solitario

  • 24 octubre 2014 /

Aunque la soledad en la que supuestamente actúa el “lobo solitario” lo desliga de grupo terroristas.

    Aunque no es la primera vez, el ataque en el Parlamento de Canadá ha colocado en primera fila a una figura con una larga y prolífera trayectoria en la cultura occidental, cuya presencia está señalada en la literatura, la religión y el sector productivo: el lobo que está presente en el área rural, en busca de animales para alimentarse, o en las zonas boscosas nevadas luchando por su supervivencia.

    El cuento de Caperucita y el Lobo era de escucha obligatoria en aquellas noches en que ni se soñaba con la televisión, mucho menos con los instrumentos y herramientas propias de la era digital. La escenificación del lobo “tragón” de la abuelita, sataniza al animal. Entre las fábulas destaca la del pastor mentiroso que pierde la credibiliidad y cuando llega el lobo no halla ayuda para defender el rebaño. También en la Biblia junto a la figura del buen pastor que no abandona su rebaño, aparece el enemigo, el lobo, en busca de las ovejas para alimentarse.

    Lo extraño es que estas expresiones culturales destacan la individualidad, no el grupo como atacante. Por ello es que hoy, en países occidentales se adoptado la expresión “lobo solitario” para identificar a personas aisladas capaces de atacar en instituciones u organismos claves de la sociedad. Su calificación psicológica proyecta “resentimiento” que empuja con gran fuerza a la radicalización, generalmente con signo religioso o político.

    Aunque la soledad en la que supuestamente actúa el “lobo solitario” lo desliga de grupo terroristas y él mismo traza su modus operandi, en las redes sociales hallan respuestas a sus frustraciones, a sus odios y a su radicalismo. El estado islámico conoce bien los beneficios de la tecnología para llevar su mensaje a todos los lugares del planeta, con la oportunidad de llegar a más de un “lobo” que en solitario vague en busca de víctimas.

    Del autor del ataque en el Parlamento canadiense, personas cercanas a él señalan que en los últimos días parecía sufrir problemas mentales, pues hacía frecuentes referencias al diablo y a Satán. En su reciente conversión al islam, los problemas familiares y pequeños conflictos con la ley, no satisfactoriamente resueltos, pueden ser la pista para encontrar una repuesta a la actuación de este “lobo solitario”, cuya acción ha reforzado la alarma en la Casa Blanca y en otros gobiernos de Occidente.

    Aunque la literatura nos haya trasmitido una imagen distorsionada del lobo, cuya ferocidad está marcada por el peligro cercano, por la comida y por el instinto de reproducción como en la mayoría de las especies animales, el “lobo solitario humano”, mata y lo vuelve a hacer sin más sentido que el causar daño que falsamente busca compensar el dolor o la frustración personal.