19/04/2024
08:06 PM

Ni Kalimán...

    San Pedro Sula, Honduras.

    La comparecencia de Emil Hawit, gerente de la Empresa Hondureña de Energía Eléctrica (Enee) en el Congreso Nacional proporcionó lo mismo que en las dos últimas décadas hemos venido escuchando los hondureños cada vez que afloran, por una causa o por otra, dificultades en el ente estatal.

    La interpelación por el Poder Legislativo nació con la publicitación reciente del programa de apagones, supuestamente por la escasez de lluvias, acreditada al fenómeno de El Niño, y por el aumento del consumo en energía a causa de las altas temperaturas. Más tarde se conoció la interrupción en empresas térmicas, la llegada de combustible y el restablecimiento de la normalidad no sin antes aprobar nueva carga en la deuda del país.

    Desde tiempos “inmemoriales” y como salida de meta en una carrera de cuatro años en que se avizora el éxito, una de las más repetidas promesas con despliegue menguante en los medios por considerarse ya un rito obligatorio, es renegociar los contratos con las empresas dedicadas a generar energía y venderla a la Enee. Hasta ahora ni los ejecutivos de empresa ni altos funcionarios se han referido a la renegociación ni mucho menos a los resultados.

    El dedo acusador y excusador señala a las líneas de transmisión, como hace una década, a los equipos de las estaciones y subestaciones de distribución, como por años hemos escuchado, de tal manera que la solución llegará con un grado menos de temperatura, aunque el problema se agravará cuando el termómetro tire para arriba, que es casi todo el año.

    Nada extraño que el gerente de la estatal en plan jocoso y, quizás, recordando sus programas radiales preferidos haya aludido a la figura fantástica, mítica y salvadora de único personaje capaz de hacer competencia a la oferta ranchera tan popular en el día nacional.

    “Ni Kalimán podría haber solucionado la crisis con la salida de esas plantas térmicas; ni podrá detener los racionamientos del año que viene”, envolvió su palabras el gerente con una sonrisa para contribuir a la jocosidad y restar tensión en la asamblea, cuyos miembros fueron abandonando el hemiciclo hasta quedar en minoría.

    Como es costumbre en la administración pública, las culpas y responsabilidades se buscan y se encuentran afuera, no así en ministros, funcionarios y gerente que firman contratos, certifican resultados de licitaciones u ordenan compras. En los contratos son dos las partes que firman; en las compras son también dos, el que vende, muy interesado en hacerlo, y el que adquiere, supuesto defensor en este caso de los intereses de la población. Elemental, querido Watson.

    El programa de inversiones y las ilusiones de la atracción de capital para la creación de empleo reciben un duro nocaut.