24/04/2024
07:22 AM

La fiesta en paz

    La antesala, como dicen los cronistas deportivos, nos ha dado el anticipo de esta semana de la que ya vamos por la mitad. La primera parte fue de éxodo masivo, concurridas y fervientes celebraciones religiosas y ahogamientos, y si en la segunda no aumentan la prevención y la responsabilidad de los adultos, al concluir la temporada de verano habrá que aceptar con tristeza que el valor de la vida no acaba de entrar en la existencia personal, familiar y nacional.

    No es extraño que en las celebraciones del Domingo de Ramos el mensaje en la mayoría de los templos tuviese como eje el cese de la cultura de la muerte para proclamar la bendición de la paz, la justicia y el amor. El desafío es descomunal, pero va en ello la vida en búsqueda de calidad y no mera subsistencia.

    La liturgia de las palmas marcó, a lo largo y ancho del país, las conmemoraciones de los próximos días en cuyo éxito, material y espiritual, trabajan los fieles más comprometidos y cercanos a los grupos religiosos que han hecho propio el anhelo del cardenal Rodríguez de entonar un cántico nuevo.

    Los medios de comunicación muestran también ese rostro tan peculiar de estos días, cuando miles de hondureños, atendiendo una especie de “llamado de la naturaleza”, viajan a sus lugares de origen, a balnearios, playas y lugares turísticos. El mar cercano todo el año y el sol espléndido no atraen masivamente como en estos días que como largo “recreo” inician con algarabía y concluyen con pesar al volver a las obligaciones habituales.

    El llamado reiterado de las autoridades y de los organismos de ayuda y auxilio, así como el desplazamiento de numeroso personal en carreteras y lugares de destino, no siempre son garantía de días tranquilos, horas para compartir y momentos agradables por la irresponsabilidad y abusos de quienes no ven más allá.

    Aunque no se reportaron el fin de semana anterior accidentes viales de gravedad, el ahogamiento de cinco personas debiera preocupar y llamar a la tranquilidad y al disfrute sereno de estos días, pues como expresa la sabiduría popular hay más tiempo que vida y el primero siempre espera, la segunda se vuelve a hallar. Especial responsabilidad tienen los adultos de cuidar a los menores, de manera que sean ellos el centro de interés y no los amigos, la bebida y la diversión.

    Desde hoy, cuando se integra al largo feriado la empresa privada, nuestro país vive una larga jornada especial que no debe ser empañada por el abuso del alcohol ni por la irresponsabilidad de manejar vehículos con las facultades disminuidas.

    Tengamos la fiesta en paz y venzamos la cultura de la muerte con la larga jornada de reflexión y conmemoración religiosa para muchos o de descanso y diversión para muchos también, según principios y valores de cada quien.