Monguí, Colombia.
En Monguí se respira fútbol. Este pequeño poblado ubicado en las montañas del centro de Colombia tiene unas 20 fábricas de balones que emplean más de 1.000 personas de sus 4.900 habitantes.
La tradición comenzó en los años 30 cuando un originario del lugar importó la técnica de cosido a mano de Brasil.
“Lo más que hay que resaltar de mi tío Froilán (pionero en la elaboración de los balones) fue que él llegó a Monguí, a su tierra natal y empezó a darse a la tarea de curtir el cuero, de conseguir la vejiga para los balones, en elaborar toda la herramienta, la tabla, la forma de marcar el balón, la forma de encocar el balón', dijo Édgar Ladino, fundador del Museo del Balón en Monguí.
La producción a mano en Monguí ha disminuido con la llegada de técnicas modernas.
Esta pareja cose a dos agujas las 32 piezas que integran cada esférico. Hacen cinco o seis al día y cobran hasta casi 3 dólares por pelota terminada.
'El balón cosido lo pueden jugar esté lloviendo, o en agua, o como sea. En cualquier clima y no se despega. En cambio el balón vulcanizado pues si se despega, al humedecerse se despega', añadió Vitalina Mesa, cosedora de balones.
En esta fábrica, que
produce unos 2.000 balones mensuales, arman cada pelota a partir de caucho y después le pegan la cubierta.
“Empezamos comprando un molde, guardándolo debajo de la cama mientras teníamos para el material. Después ya compramos de a 5 metricos de blanco y 5 de negro, entonces se creó una empresa', explicó Rosa Hurtado, dueña de la fábrica de balones Gegol.
Monguí es uno de los 17 pueblos patrimonio de Colombia, el turismo llega atraído por sus fábricas de balones que los lugareños luchan por mantener vivas. Texto, foto y video de AFP.
En Monguí se respira fútbol. Este pequeño poblado ubicado en las montañas del centro de Colombia tiene unas 20 fábricas de balones que emplean más de 1.000 personas de sus 4.900 habitantes.
La tradición comenzó en los años 30 cuando un originario del lugar importó la técnica de cosido a mano de Brasil.
“Lo más que hay que resaltar de mi tío Froilán (pionero en la elaboración de los balones) fue que él llegó a Monguí, a su tierra natal y empezó a darse a la tarea de curtir el cuero, de conseguir la vejiga para los balones, en elaborar toda la herramienta, la tabla, la forma de marcar el balón, la forma de encocar el balón', dijo Édgar Ladino, fundador del Museo del Balón en Monguí.
La producción a mano en Monguí ha disminuido con la llegada de técnicas modernas.
Esta pareja cose a dos agujas las 32 piezas que integran cada esférico. Hacen cinco o seis al día y cobran hasta casi 3 dólares por pelota terminada.
'El balón cosido lo pueden jugar esté lloviendo, o en agua, o como sea. En cualquier clima y no se despega. En cambio el balón vulcanizado pues si se despega, al humedecerse se despega', añadió Vitalina Mesa, cosedora de balones.
“Empezamos comprando un molde, guardándolo debajo de la cama mientras teníamos para el material. Después ya compramos de a 5 metricos de blanco y 5 de negro, entonces se creó una empresa', explicó Rosa Hurtado, dueña de la fábrica de balones Gegol.
Monguí es uno de los 17 pueblos patrimonio de Colombia, el turismo llega atraído por sus fábricas de balones que los lugareños luchan por mantener vivas. Texto, foto y video de AFP.
 Foto captura video de AFP.
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