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El Rey y Sofía, 50 años de contrato

  • 13 mayo 2012 /

El matrimonio por conveniencia se encuentra en su punto más distante, debido a la elocuente falta de cariño.

Lo suyo no fue un flechazo y sí una estrategia bien elaborada por Federica de Grecia, empeñada en buscar un príncipe para su hija mayor, Sofía.

Era costumbre de la época que los miembros de la realeza se casarán entre sí. Por eso fue muy celebrada la idea de Federica de organizar un crucero en 1954 para solteros aristócratas.

En ese barco por las islas griegas iba Juanito, el hijo de los condes de Barcelona, exiliados en Estoril. El futuro del hijo varón del aspirante a Rey de España era entonces muy incierto. Juanito tonteaba por entonces con María Gabriela de Saboya. Y Sofía estaba enamorada de Harald de Noruega. Cuando desembarcaron, se despidieron.

No fue hasta seis años después cuando Federica logró que Juanito y Sofía se fijaran el uno en el otro. Sucedió en una fiesta en Stuttgart organizada por los duques de Wüttemberg. Un año más tarde, el protocolo se convirtió en la mejor celestina: ambos se sentaron juntos en la boda de los duques de Kent.

A partir de ahí comenzaron una relación en la distancia, muy bien recibida por ambas familias, que les convencieron de que su unión era una buena idea. Para ratificarlo, los Borbón y los Grecia pasaron unos días de vacaciones juntos en Corfú en 1961. Poco después, la pareja se comprometió. Y el 14 de mayo, una vez superados los problemas religiosos –ella era ortodoxa, y él, católico– se casaron en Atenas, en una boda celebrada bajo los dos ritos a la que acudieron representantes de todas las casas reales.

Han pasado 50 años. Juanito es ahora Juan Carlos I, el Rey de España, y ella, la Reina. Pero Sofía fue primero esposa y madre, papel que con el tiempo ha evolucionado hasta convertirse en una pacificadora que trabaja en mantener unida a la familia y lucha porque su hijo Felipe sea algún día el Rey.

Por él sacrifica todo, incluso su felicidad. Como reina ha demostrado ser una profesional, como reconoce el propio don Juan Carlos. A ella el calificativo no le gustó desde el día en que oyó cómo lo pronunciaba su marido.

A la Reina le hubiera agradado otro tipo de reconocimiento más personal. Pero es cierto que doña Sofía ha sido decisiva en algunos momentos importantes de la historia de España.

Los Reyes se casan para siempre. Por eso, estos 50 años son fruto de una vida en la que la relación personal se ha mezclado con la institucional.

La suya es una unión que va más allá y supera lo personal. Se basa en lo que ellos creen que es su deber. A doña Sofía no le gustan los divorcios.

Es difícil que pierda la sonrisa en público a pesar de que la situación no sea agradable.

La Reina ha sido quien más claro ha hablado del futuro para decir que don Juan Carlos no piensa en abdicar porque para que la monarquía en España se afiance se necesita que se escuche esa tradicional frase: “Ha muerto el Rey. Viva el Rey”. Doña Sofía trabaja en esa misión junto a don Juan Carlos desde hace 50 años. Así es la naturaleza de su alianza. Aunque no celebren estas bodas de oro.

Tomado de El País de España