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De exalcalde de Miami a fisicoculturista

  • 25 enero 2013 /

Carlos Álvarez sorprendió a muchos al ganar el concurso regional de fisioculturismo.

Carlos Álvarez, el ex alcalde del área metropolitana de Miami, parecía desaparecido de la faz de la tierra desde que en marzo de 2011 fue expulsado de su despacho por favorecer a sus colaboradores más cercanos y decretar un aumento de impuestos espectacular a las propiedades residenciales publicó El Mundo de España.

Pero esta semana se supo que durante todo este tiempo, libre de sus mundanas preocupaciones por la comunidad, Álvarez se dedicó a cuidar de su físico. La sorpresa cayó como un jarro de agua fría sobre la sociedad local cuando el diario 'The Miami Herald' reveló que el ex alcalde había vencido un concurso regional de 'fisioculturismo' en la ciudad de West Palm Beach, al norte de Miami, y se encuentra en la recta para competir en la categoría de 'hombres mayores de 60 años', en pruebas nacionales.

Álvarez, de 61 años, es de origen cubano y toda su vida se desarrolló dentro de la comunidad exiliada, conservadora en la política y en la moral. Y la reacción a la noticia no se hizo esperar. Tan pronto el diario comenzó a circular, el ex alcalde se transformó en el hazmerreír del pueblo.

'Y con lo serio que parecía... ¿Que dirá su familia?', fue la respuesta de Laurinda Pereira, de 71 años, cuando El Mundo.es la sorprendió en un supermercado de la Pequeña Habana con la imagen impresa en el periódico. Lo que más impresionó a la enérgica anciana fue la poca ropa con que Álvarez se presentó al concurso. 'Eso es cosa de mujer', sentencia.

En medio de la crisis económica, sus detractores se molestaron con el hecho de que mantuvo los altos sueldos de sus colegas policías. Además, en medio de toda la polémica, fue chocante saber que Álvarez decidiera comprar un BMW Gran Turismo para su uso personal y con fondos públicos, cuando disponía ya de dos camionetas blindadas CMC con chófer y guarda espaldas. Dos semanas después de comprarlo, chocó y, naturalmente, los contribuyentes tuvieron que pagar la reparación del coche.

Fue así como desapareció hace casi dos años, para reaparecer esta semana medio desnudo arriba de una tarima y moviendo músculos. 'Es que no hay forma de parar de reír. Que bien la tenia escondida el hombre', admite Julián Santos, en medio de un grupo de amigos con quien todas las tardes acude al café Versailles. El Versailles es una especie de cuartel-general del exilio, donde se forman improvisadas tertulias que abordan lo humano y lo divino. Hace casi una semana que los parroquiano no dejan de hablar de otra cosa que no sea la'encuerazón' del alcalde, haciendo gala de esa habilidad única que tienen los cubanos para inventar palabras.