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Mujeres mayas: luchando contra el silencio

  • 13 abril 2013 /

Un documental revela las agresiones y abusos de que fueron víctimas las mujeres guatemaltecas.

En repetidas ocasiones fueron agredidas sexualmente y tardaron años en poder hablar de ello. Un documental enseña hoy al mundo el trauma por el que pasaron cientos de mujeres de Guatemala. El cortometraje supone un primer paso para luchar contra el silencio, encontrar la manera de transformarlo y que se haga justicia.

El cortometraje coincide con la celebración del primer juicio contra el exdictador de Guatemala, Efraín Ríos Montt, acusado de genocidio junto con su antiguo jefe de inteligencia, José Rodríguez.

El juicio se comenzó con el testimonio de varias víctimas de violación. Muchas de estas mujeres fueron agredidas sexualmente durante la guerra interna.

Por este motivo, y apoyadas por organizaciones sociales, decidieron contar sus historias en un documental hilvanado con un hermoso lenguaje poético salido directamente de lo más profundo de sus corazones.

“La abuela luna rige nuestra vida, especialmente los ciclos femeninos. Reconocer los ciclos es vivir la vida con paciencia. Todo viene en su justo momento. No podemos adelantar, ni atrasar los conocimientos”. Son palabras de Flor de María Álvarez Medrano, terapeuta social y directora de “Si vos y yo, nosotras. Tramas y trascendencias”, realizado por la organización Mujeres Mayas Kaqla (Mujeres Arcoíris) de la mano de Ambulante Más Allá, que tiene como objetivo capacitar a nuevos realizadores, provenientes de diversos rincones de América Latina, que cuentan con acceso limitado a las herramientas necesarias para compartir sus historias con un público más amplio. Los talleres, hasta ahora, han sido realizados en los estados mexicanos de Chiapas, Yucatán, Campeche, Oaxaca y también en Guatemala.

Así fue el proceso

Luciana Kaplan, directora de La Revolución de los Alcatraces y asesora en Si vos y yo, nosotras... de parte de Ambulante Más Allá, explica a Efe que en Guatemala trabajaron exclusivamente con la Organización Mujeres Mayas Kaqla.

“Se dedican principalmente (y de manera muy exitosa) a apoyar, sanar, capacitar y empoderar a mujeres indígenas guatemaltecas que han sido víctimas de la Guerra Civil (1960-1996), o simplemente de violencia y maltrato en sus comunidades por parte de los hombres u otros sectores de la sociedad”.

La cineasta añade que todo se hizo a través de “procesos de formación y construcción de una nueva línea de pensamiento desde las mujeres mayas, basado en su historia, filosofía, cultura maya y sabiduría universal”.

Por medio de talleres modulares que se ajustan a las necesidades específicas de cada grupo con el que se trabaja, Ambulante Más Allá fomenta la realización cinematográfica independiente para lograr que estas historias sean contadas desde una perspectiva cultural y estética única, que no surja de la imposición de parámetros cinematográficos convencionales.

Kaqla trabaja implementando técnicas curativas: constelaciones familiares, masajes terapéuticos y terapias de sanación y viaja a través del país impartiendo y compartiendo su experiencia y conocimiento ancestrales. Unos conocimientos que se entrelazaron en 2007. Así lo cuenta Flor de María Álvarez, directora del documental. “Está relacionado con una investigación que realizamos con tres generaciones, nuestras abuelas, madres y nosotras, hijas, con el objetivo de encontrar traumas que se han vivido de generación en generación y el tema de la violación es una de las tramas encontradas”. A raíz de esto, las mujeres escribieron un libro en 2010. De allí surgió la idea del video, cuya próxima proyección será en el Festival Internacional de Cine del Desierto en Sonora (del 11 al 14 de abril).

Un tema muy doloroso

A la pregunta de “qué ha significado poder contar sus historias gracias a un medio como la cámara de video”, Álvarez responde que “es una herramienta poderosa porque nos permite llegar a más mujeres, hombres y colectivos. Nos ayudó a sacar a la luz una de las realidades más dolorosas y traumáticas que viven las mujeres y los hombres en todo el mundo y que ha sido uno de los temas más silenciados a nivel familiar y comunitario”.

Para todas ellas fue un reto contar estas historias con imágenes que les permitieran sentir la tristeza y el dolor de las mujeres; pero también para mostrar la fuerza interna y el espíritu que hay en cada una de ellas y en los elementos de la naturaleza.

El reto se consiguió con el apoyo de mucha gente. Luciana Kaplan fue la encargada de ayudarlas y asesorarlas para poder plasmar la idea en un filme.

“Tuvimos un primer encuentro, en febrero del 2011, durante el cual pudimos ver varios documentales, hablar del lenguaje cinematográfico, la necesidad de pausas y silencios y el uso de imágenes más metafóricas dentro de un documental, así como entender la estructura dramática”, comenta la cineasta mexicana. Y agrega que trabajaron con Loida Gómez, quien, según Kaplan, “se enfocó con impresionante maestría en la cámara y en la edición. Aún me maravilla Loida, que aprendió en muy poco tiempo las herramientas que a nosotros -quienes fuimos a la escuela de cine-, nos ha tomado varios años de práctica”.

La asesora explica que para el segundo taller en marzo de 2011 en Antigua, Guatemala, se enfocaron en la técnica aprender a usar una cámara, el equipo de sonido, cómo filmar y qué filmar, cómo hacer una entrevista, un plan de trabajo y un presupuesto. El guion se siguió trabajando durante marzo y abril a larga distancia y finalmente vino la etapa de filmación en la cual Flor (directora), Loida (cámara) y Tomasita (sonido) visitaron algunas comunidades del Quiché para entrevistar a mujeres que habían sufrido abusos sexuales.

Un hermoso mensaje visual.

El resultado es un cortometraje en el cual se puede ver cómo estas mujeres, con los pocos conocimientos que tenían, pudieron crear un lenguaje visual propio y plasmar con gran sensibilidad las ideas que venían trabajando en los últimos años. Este documental supone otra manera de contar historias. También significa luchar para que afloren nuevas formas de expresión y que, al mismo tiempo, estos trabajos puedan exhibirse a un público cada vez mayor.

Daniela Villegas, experta en género y en estudios de la mujer, explica que el documental, tal como señalaría la teórica feminista Laura Mulvey, tiene una cargada conciencia crítica donde la, o las, realizadoras, convierten a sus protagonistas femeninas en sujetos reflexivos, “no en objetos cosificados como lo suele hacer la mirada masculina”.

“De esta forma al dejar de ser cosificadas, el lenguaje cinematográfico puede convertirse en un medio de combate a través del cual se haga una denuncia de la opresión patriarcal. Las mujeres tras la lente dan voz a sus experiencias personales a través de la propia mirada femenina. De esta manera buscan construir y controlar su representación lo cual, por mucho tiempo, se les había sido vetado”, afirma Villegas en entrevista con Efe.

Según su criterio, “las mujeres realizadoras, al evidenciar que las vivencias personales son del ámbito de lo público y por lo tanto importantes y visibles, ponen a discusión temas tradicionalmente relegados al ámbito de lo privado, dándole así un lugar clave a temas tales como el cuerpo, la sexualidad, la violencia, la discriminación o el racismo”.

Un documental liberador

Se trata aquí, según la experta en género, de una violencia sexual ligada al poder y al control del patriarcado sobre los cuerpos de las mujeres, en una estrategia de guerra que suele ser utilizada en los conflictos armados con el propósito de avanzar en el control territorial, vejando física y psicológicamente a las mujeres.

Daniela Villegas también aplaude el lenguaje metafórico aludido por Luciana Kaplan. “Me parece muy interesante y bella la metáfora del tejido como hilo conductor de las vidas de las mujeres. Eso le imprime un sello poético al documental. El hilo está asociado a la escritura, al narrar historias, a buscar el principio de las cosas, a buscar en la urdimbre de nuestros pensamientos y experiencias para llegar a la raíz de nuestras ideas. El hilo se convierte en metáfora de un lazo femenino, articula elementos asociados con la construcción de la identidad y que forman parte de una herencia matrilineal”.

El documental realizado por las mujeres guatemaltecas busca ser liberador, generar una catarsis y, de esta manera, denunciar y sanarse de las agresiones físicas, sexuales y psicológicas que han sufrido generacionalmente.

“Esto con el fin de lograr un cambio, visibilizarlas, darles voz y transmitir sus experiencias a sus hijas, sus sobrinas, sus nietas, a todas las mujeres de la comunidad, a través de sus valientes y liberadores testimonios”, argumenta Villegas.
Flor de María Álvarez coincide con esta opinión. “¿Se sienten liberadas después del proyecto?”, se le pregunta. Responde con lo que dijo una de las entrevistadas:

“Realmente no sabía qué iba a suceder con este documental, siento aún un poco de miedo, mi esposo no sabe lo que me pasó, pero creo que ya es tiempo de que salga a la luz, sobre todo sé que va a servir para que muchas mujeres hablen de lo que les ocurrió”.

La directora del documental concluye indicando que -por mucho tiempo- esta situación se ha vivido en silencio. “Nosotras estamos seguras que si lo sacamos a la luz y lo empezamos a abordar en todos los espacios familiares, escuelas, organizaciones, etc., le podemos quitar la fuerza al silencio, el miedo de ser juzgadas y señaladas por los demás. Las niñas y los niños no van a tener temor de hablar porque es de conocimiento público. Solo así lograremos reducir significativamente el índice de violación existente, solo así se podrá ver la luz de la justicia para todas y todos”.

Afortunadamente, existe una magia sagrada que se hace presente cuando estás viendo con los ojos del corazón.