El Gobierno salvadoreño cumplió su advertencia de enviar el Ejército a las calles e inició hoy un fuerte despliegue de seguridad, que permitió a las rutas de autobuses comenzar este jueves a circular en San Salvador, luego de paralizar su labor desde el lunes ante un boicot que impusieron las pandillas y que ha dejado siete víctimas mortales.
Poco más de cien rutas de autobuses, en su mayoría de las que circulan en la capital, San Salvador, y ciudades periféricas, se sometieron a las amenazas de los pandilleros, pero 'muchas empresas han comenzado a trabajar y esperamos que esto se vaya normalizando paulatinamente', aseguró en rueda de prensa el viceministro de Transporte, Nelson García.
El gobierno ofreció a los empresarios de autobuses personal de seguridad para que sacaran sus unidades a trabajar.
Este jueves, policías y soldados vigilaban en las cercanías de las paradas de buses en barrios y colonias de todo el departamento de San Salvador, que cuenta con una población de 1,8 millones de habitantes, mientras que en las calles circulaban carros artillados de la Fuerza Armada y patrullas policiales.
Los jefes pandilleros demandan formar parte de una comisión integrada por diferentes instituciones públicas y sectores sociales y encabezada por el gobierno, que analiza opciones frente al grave problema de la violencia de la que esas mismas pandillas son responsables en una importante medida.
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El presidente Salvador Sánchez Cerén, que desde el miércoles se encuentra en Cuba para efectuarse un chequeo médico, responsabilizó del boicot al transporte de pasajeros a la pandilla Barrio 18 y dejó en claro que no dialogará bajo ninguna circunstancia con los grupos criminales.