16/04/2024
03:58 PM

Máxima alerta ante la ola xenófoba en la tierra de Nelson Mandela

El presidente Jacob Zuma suspende un viaje oficial ante la gravedad de los disturbios.

Johannesburgo, Sudáfrica

La policía sudafricana envió refuerzos al área urbana de Johannesburgo tras otra noche de violencia xenófoba, perpetrada por pequeños grupos.

Los extranjeros que trabajan en el país siguen en máxima alerta, mientras crece la presión diplomática para evitar el baño de sangre de 2008, cuando hubo 62 muertos en disturbios similares.

El presidente sudafricano Jacob Zuma anuló un viaje que tenía previsto a Indonesia.

La organización Foro de la Diaspora africana (ADF) pidió al gobierno que proteja a los extranjeros africanos que viven en Johannesburgo y Pretoria. Solicitó además que se recurra al ejército en el barrio de Alexandra, en Johannesburgo, uno de los focos más violentos y donde 400,000 personas viven hacinadas en 7.6 kilómetros cuadrados, muchas de ellas en casas de chapa de una sola habitación.

Por el momento la policía reconoce la muerte de seis personas pero según la ADF murieron al menos 15 y otras 5,000 han tenido que ser desplazadas desde que empezaron los disturbios a principios de este mes.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se declaró “muy preocupado”.

Fruto de la frustración. Más de 30 personas fueron arrestadas solo durante la noche del viernes. La policía asegura que la situación se está calmando pero el ambiente tenso es bien palpable, según los medios locales.

La ola de violencia inició a principios de mes en el puerto industrial de Durban. Los manifestantes exigen la marcha de los extranjeros al considerar que su presencia les quita oportunidades de trabajo. Pequeños comercios regentados por extranjeros son los objetivos favoritos de los xenófobos aunque también se han registrado linchamientos en plena calle. El desempleo llega al 25% en Sudáfrica y las perspectivas económicas son malas para este año.

Para los analistas la situación refleja las frustraciones de la mayoría negra del país, que sigue sufriendo económicamente, recuperando una cultura de la violencia fruto de la dureza de la represión bajo el apartheid.

El presidente Zuma acudió a un campo de migrantes refugiados de Durban para darles su apoyo y condenar los ataques.

A pesar de prometer una ayuda económica de unos 4,000 dólares, el presidente recibió una fría acogida. “Demasiado tarde, demasiado tarde”, “Vete a casa”, le gritaron algunos de los extranjeros, críticos con la ineficacia de la policía.