La célula detrás del doble atentado que causó 15 muertos y 120 heridos en Cataluña preparaba un ataque de mucha mayor envergadura, declaró Mohamed Houli Chemlal, uno de sus integrantes, ante un juez antiterrorista este martes.
Nacido en el énclave español de Melilla (norte de Marruecos) Chemlal fue el primero de los cuatro detenidos en declarar ante un juez de la Audiencia Nacional, relató a la AFP una fuente judicial.
Chemlal es uno de los cuatro sobrevivientes de la célula yihadista de doce miembros que la policía señala como responsable de los atropellos masivos en Barcelona y Cambrils, otra turística localidad catalana, el jueves y viernes pasados.
El sospechoso resultó herido en una explosión accidental la noche del miércoles en una vivienda en Alcanar (200 km al sur de Barcelona), donde la policía sospechaba que el grupo fabricaba explosivos para perpetrar atentados mayores.
Esa deflagración, en la que murieron dos miembros de la célula, precipitó según la policía los ataques, ya que al verse sin sus explosivos, el grupo optó por atentados más rudimentarios.
En esa vivienda la policía encontró 120 bombonas de gas y restos de un potente explosivo casero favorecido por el Estado Islámico, grupo yihadista que reivindicó el doble atentado en Cataluña.
Los otros tres detenidos llevados la mañana del martes a la Audiencia Nacional bajo fuertes medidas de seguridad son los marroquíes Driss Oukabir, Mohammed Aallaa y Salh El Karib, según una fuente cercana a la investigación en Cataluña.
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La policía investiga las posibles ramificaciones internacionales de la célula detrás los ataques en Barcelona, varios de cuyos miembros viajaron al extranjero.
Al menos uno de los sospechosos, cuyo nombre no ha trascendido, viajó a Zurich en diciembre, según la policía federal suiza, que halló a pedido de las autoridades españolas, rastros de su permanencia una noche en un hotel.
Ninguno de los miembros de la célula tenía antecedentes por delitos ligados al terrorismo, y casi todos crecieron en una pequeña localidad de los Pirineos catalanes, Ripoll, donde los habitantes aún no salían de su asombro.