18/04/2024
06:13 PM

El 'aquaman” que cruzó los siete mares

El nadador Antonio Argüelles (58) intentó cruzar el canal del Norte para convertirse en el primer latinoamericano, la séptima persona en la historia y el más longevo en completar el reto de los siete mares.

Antonio Argüelles, de 58 años, se levantó casi al amanecer el jueves 3 de agosto esperando tener buena fortuna.

Unas semanas antes, Argüelles había llegado a Donaghadee, en Irlanda del Norte, desde Ciudad de México, para prepararse para nadar los 35 kilómetros del frío y tempestuoso canal del Norte, que se encuentra entre Irlanda del Norte y Escocia.

Ya había logrado cruzar seis de los siete arduos canales que conforman el llamado Reto de los Siete Mares, el equivalente en aguas abiertas a escalar las siete cumbres en el montañismo. Si el clima cooperaba, tendría la oportunidad de terminar el cruce y convertirse en el primer latinoamericano, la séptima persona en la historia y el nadador de mayor edad en completar el reto.

La naturaleza parecía tener otros planes. Más tarde, durante una entrevista telefónica, Argüelles dijo que esa mañana, mientras tomaba su café y observaba el horizonte, no veía más que cielos oscuros y de mal agüero; las nubes traían una lluvia veraniega sobre el mar verde grisáceo.

Para completar el cruce del canal del Norte de manera oficial, un nadador debe contratar un bote y un observador oficial, o juez, por medio de la Irish Long Distance Swimming Association.

Foto: La Prensa



A medida que ha aumentado la popularidad de la natación en aguas abiertas, las reservaciones se han vuelto muy disputadas. Argüelles se aseguró su lugar con casi tres años de anticipación y le dieron un plazo de una semana —del 28 de julio al 4 de agosto— para realizar el intento en cuanto el clima fuera lo suficientemente benévolo. Es casi imposible completar el cruce con vientos de más de 10 nudos y, después de haber gastado miles de dólares y de haber dedicado dos años de preparación para lograr esta meta particular, lo único que le quedó a Argüelles fue quedarse expectante de que mejorara el clima.

La mañana del jueves llegó la oportunidad y, a las 7:15, con su equipo de apoyo a bordo de un bote, saltó al mar, ataviado solo con el uniforme minimalista de nadador de maratones: traje de baño, gorro y gafas para nadar.

El agua no estaba especialmente turbulenta ni tampoco más fría de lo que se esperaba, alrededor de 13 grados Celsius; no obstante, Argüelles, con la piel cubierta de óxido de cinc y vaselina, avanzaba despacio.

Para la tercera hora, con el sol brillante, encontró su ritmo: se detenía cada 30 minutos para beber agua, ingerir un poco de un gel de proteínas y tal vez comer papas cocidas.

Mientras se alimentaba, Argüelles pataleaba un poco en el agua y un observador de la asociación de natación se aseguraba de que el equipo de apoyo no tuviera contacto físico con él, una violación que habría anulado su intento.

Foto: La Prensa


En el canal del Norte el truco está tanto en la cadencia como en la suerte: no es poco común estar a un kilómetro de la costa y que la victoria te sea arrebatada por las olas, el viento o el frío, sin importar la fuerza con la que hayas nadado o qué tanto lo hayas deseado.

Nadar en los siete mares, los cuales se escogieron por su familiaridad y distribución geográfica, supone todo tipo de riesgos y patrones climáticos. Los 33 kilómetros del gélido y picado canal de la Mancha —entre Francia y el Reino Unido— y los 34 kilómetros del cruce del canal de Catalina —entre la isla Santa Catalina y el continente, en el sur de California— podrían ser los más famosos del desafío.

Desde que se comprometió a completar los siete mares hace dos años, cada fin de semana se dedicó a entrenar. Contrató a un entrenador de fuerza y uno de salud mental, estudió técnicas de activación muscular y fortaleció su cuerpo a través del gimnasio y de la cocina, con el fin de llegar a 95 kilogramos de peso después de aumentar su masa muscular y la grasa. Argüelles no nada con traje de neopreno.“La gente me pregunta si nado con neopreno y yo les respondo que tengo mi propio ‘biopreno’”, comentó al respecto el miércoles 2 de agosto.

Menos mal

No fue el frío el que causó que Argüelles chocara contra el muro de agotamiento el jueves a las 17:00 de la tarde, después de más de 10 horas de nado. Fueron las corrientes.

Argüelles quedó atrapado en un remolino, el cual lo detuvo en el mismo lugar durante una hora. El capitán de la embarcación se percató e informó a Argüelles que iba a tener que nadar lo más fuerte posible para poder superar el obstáculo.

Foto: La Prensa



Argüelles, quien enfatizó el recuerdo con una grosería, dijo: “Tuve que utilizar todo mi entrenamiento mental en ese momento”.

Logró avanzar con gran esfuerzo. Tres horas más tarde, llegó a los últimos 100 metros y al final tocó tierra con una ola espumosa poco antes de las 21:00, hora local. Exhausto, se sentó en una roca resbaladiza y alzó los brazos. Después de nadar por 13 horas, 32 minutos y 32 segundos, y de andar más de 41,36 kilómetros en total, Argüelles lo había logrado.