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'Paz en Río', gritan las víctimas infantiles de la guerra en Brasil

  • 09 junio 2017 /

Hay miles de víctimas infantiles de la guerra que se libra en las favelas de Río de Janeiro.

Río de Janeiro.

Ana tiene diez años y un bonito rostro marcado por una bala que dejó también una huella imborrable en su memoria y que la convirtió en una de las miles de víctimas infantiles de la guerra que se libra en las favelas de Río de Janeiro.

Visitaba a sus abuelos, en el complejo de Alemao, cuando se desató un tiroteo cerca de la casa. Su madre la escondió en el baño, pero cesaron los disparos, se asomó a la sala y una bala atravesó la ventana y la hirió bajo su ojo izquierdo.

Ana tiene miedo y suma su voz a la de cientos de niños que, de la mano del proyecto ¿Precisas dibujar?, piden paz y reclaman una infancia que la violencia les está robando.

'Muchos niños en esta guerra son baleados, otros secuestrados, mueren sin defenderse. Ahora pregunto al ser humano si prefiere vivir sufriendo o morir', escribe Ana en 'Sembrando la paz', su aportación a la iniciativa del periodista Bruno Alfano y del diario carioca Extra.

'Precisas dibujar es un término que se utiliza también para explicar algo. Empezó en un colegio para dar voz a los niños, pero las imágenes fueron tan chocantes que el director del diario decidió seguir adelante. Es muy emocionante', explica a Efe Alfano, especializado en temas educativos.

Como Ana, niños de entre 6 y 11 años de diez colegios de comunidades del norte y este de Río -las zonas más conflictivas- se han expresado sobre la violencia y muchos de sus textos y sus dibujos se publican en la primera página de Extra.

Foto: La Prensa

Fotografía de uno de los dibujos de los niños que de la mano del proyecto ¿Precisas dibujar?, piden el fin de la violencia en las favelas de Río de Janeiro (Brasil), iniciativa del periodista Bruno Alfano y del diario carioca Extra. EFE
Sus denuncias son contundentes: 'Paren de disparar a las personas', 'No quiero tiros, quiero paz', 'Paz para la ciudad de Río', 'Los tiros matan y no dejan dormir' o 'Dios mío, no dejes que las balas lleguen a nuestra escuela'.

Sus trazos infantiles muestran carros blindados disparando, muertos en las puertas de un colegio, tiradores apostados en las azoteas y soles que derraman lágrimas por las víctimas.

En contraste, bajo la palabra Paz en mayúsculas, los niños se dibujan jugando en plazas y parques, con soles sonrientes, corazones y flores.

A sus 9 años, Eva resume su concepto de paz: 'Es poder andar en la calle normalmente, jugar con los amigos, poder ir a la plaza, poder salir sin miedo'.

'A toda hora hay tiros', lamenta Marina, de 8 años, que esta semana esquivó un tiroteo en el vehículo de su padre.

'Mi papá me dijo que me agachara y él también se agachó. Las balas pegaron en la ventana', relata en un descanso entre clases en el colegio Affonso Varzea, en las proximidades de Alemao.

Marina y sus compañeros Igor y Manuel están cansados de los tiroteos entre 'bandidos' (delincuentes, narcotraficantes) y policías.

'No queremos a ninguno de los dos, ni policías ni bandidos. Los dos tienen armas, golpean a las personas, a inocentes', afirma Manuel.

Algunos de los niños conocen de primera mano a algún 'bandido' o incluso lo tienen en sus familias.

'La mayoría se hacen bandidos porque no tienen padre ni madre', sostiene Manuel.

'Muchos quieren ganar dinero rápido y no trabajar y por eso se hacen bandidos', le contesta Igor.

Todos tienen instrucciones de sus padres para actuar ante un fuego cruzado: 'No corres porque la policía piensa que eres bandido y los bandidos que eres policía, y no levantas las manos porque la policía te confunde con bandido', aseguran.

Si tuviera delante al jefe de la policía de Río, Manuel le pediría que 'no disparen a las personas' porque 'la policía nos tiene que proteger'.

Pero los tiroteos no son la única forma de violencia que les amenaza: 'Muchos niños inocentes sufren abuso sexual', lamenta Ana, que relata a Efe el caso de un amiga suya de 9 años violada por su abuelo.

'La policía se llevó al abuelo, pero tiempo después lo soltaron y ella volvió a visitarlo en la casa', recuerda Ana.

'Los tipos malos se llevan a los niños para violarlos. Eso tiene que acabar', denuncia Lorenzo, de 8 años, en su trabajo por la paz.

Los pequeños, citados con nombres supuestos para preservar su identidad, hablan de violencia, abusos y muerte como hechos incorporados a su rutina diaria.

'Es una de las diferencias con los niños de otras zonas, ellos hablan de conocidos que han sido baleados, asesinados, como algo rutinario', explica a Efe Ana Patricia Capuano, subdirectora del colegio.

'Muchos vienen con sueño porque no descansan por la noche por los tiroteos', continúa la profesora, que presume de que el colegio 'es su refugio, el lugar donde se sienten seguros, una esperanza de que las cosas pueden mejorar'.

La pequeña Ana no pierde la sonrisa y confía cumplir su sueño: 'Recuperar la infancia que esta guerra nos robó'.