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Aaron Hernández, el trágico final de la estrella de los Patriots

  • 22 abril 2017 /

El exjugador de la NFL fue hallado colgado de una sábana en la celda donde cumplía una cadena perpetua por asesinato.

    California, Estados Unidos

    Una de las mayores promesas del fútbol americano y la estrella de los New England Patriots se apagó el pasado miércoles luego de que las autoridades penintenciarias confirmaran la muerte de Aaron Hernández.

    La turbulenta vida del exjugador de los Patriots tuvo un final trágico, el joven se colgó en la celda donde cumplía una condena de cadena perpetua por un asesinato ocurrido en 2013 del que fue hallado culpable.

    Hernández, hijo de padres puertorriqueños, nació el 6 de noviembre de 1989 y creció en la ciudad industrial de Bristol, Connecticut, donde pasó su juventud en un pequeño pueblo rodeado por criminales de poca monta que soñaban con mejores tiempos en la región de Nueva Inglaterra.

    En el juicio en su contra, el dueño del equipo, Robert K. Kraft, testificó y le extendió su contrato.
    Aunque sus amigos eran bandidos, él logró salir de ese entorno con un boleto dorado: a los 17, su escuela le permitió graduarse antes de la preparatoria y se mudó a la Universidad de Florida como recluta estrella del equipo de fútbol americano. Pocos años después, era uno de los astros de los Patriotas de Nueva Inglaterra con una enorme mansión en los suburbios de Massachusetts.

    Dejó atrás el vecindario de Bristol y un hogar en el que, cada tanto, se producían situaciones violentas. Pero, en realidad, nunca escapó de su pasado. En abril de 2015, fue condenado a cadena perpetua por homicidio de primer grado por asesinar a un conocido, Odin Lloyd, quien era un jugador semiprofesional de Boston y el novio de la cuñada de Hernández.

    Lloyd falleció por dos disparos al pecho a menos de dos kilómetros del hogar de Aaron.

    Pasado doloroso. En Bristol, Aaron era conocido como el hijo de Dennis Hernández, un héroe local que había sido un atleta condecorado de la Universidad de Connecticut. Su padre, según amigos y compañeros de Hernández, estaba incómodo con las amistades del exjugador y procuraba mantenerlos a raya. Hasta que falleció en 2006 por complicaciones durante una cirugía. Para se entonces, Hernández ya había llamado la atención de reclutadores de fútbol americano en todo Estados Unidos. Aunque se mudó a Florida, nunca perdió el contacto con los rufianes que eran sus amigos de la juventud; tampoco cuando ya era jugador de los Patriotas.

    En su primer año en la universidad, fue cuestionado por la policía por pelearse a golpes con el portero de un bar y por su posible participación en un ataque armado contra dos hombres, según el diario The Orlando Sentinel. En su segundo año, antes del primer partido de la temporada, reconoció que había salido positivo en pruebas de antidopaje.

    Eso lo ubicó al final de la lista de reclutas; los Patriotas lo eligieron en la cuarta ronda pese a varios reportes de otras pruebas de antidopaje positivas. Su ascenso parecía imparable hasta el punto que se abrió un hueco en la famosa ofensiva liderada por el mariscal de campo Tom Brady.

    En 2011 no pudo evitar la derrota contra los New York Giants en el Super Bowl, pero nadie dudaba que sería una de las grandes estrellas de la NFL, razón por la que con sólo 23 años extendió su contrato por cinco años con el equipo de Nueva Inglaterra a cambio de $40 millones. Mientras tanto, en Bristol, su madre fue atacada con un cuchillo por el padrastro de Hernández, quien terminó en prisión. Durante sus temporadas con los Patriotas, Hernández seguía juntándose con sus amigos de Bristol, ubicada a menos de dos horas en auto del estadio del equipo.

    La madrugada del 19 de abril, fue descubierto en su celda por los funcionarios penitenciarios del Centro Correccional Souza Baranowski tras haberse colgado, según el departamento carcelario de Massachussets.e_SFlb Tomado de BBC y NYT