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La complicada tarea de criar a un bebé en Venezuela

  • 11 marzo 2017 /

La leche de fórmula debe ser mezclada con fécula de maíz para que rinda y hallar un detegente suave es casi misión imposible; si se encuentra, cuesta un ojo de la cara.

    Caracas, Venezuela.

    En la fila de una droguería caraqueña, donde no hay medicamentos pediátricos pero sí golosinas, se pasan las horas de una madre venezolana que desde la madrugada hace una larga cola para gastar “todo” su dinero en un paquete de pañales y una lata de fórmula láctea que le durará 10 días a lo sumo.

    Un trabajador del local dijo que no tenían fórmulas lácteas en su inventario desde hace tres meses y que el incremento en el costo la hace “imposible de pagar”.

    Así, en un país donde el salario mínimo mensual es de 40,638 bolívares (58 dólares según la tasa oficial de cambio más alta), una lata de 450 gramos de leche para bebés oscila entre 12,750 y 18,000 bolívares (entre 18 y 26 dólares).

    El precio de la leche de fórmula no está regulado por el Gobierno venezolano como sí ocurre con el de los pañales, en los que el coste de los paquetes desechables de 24 unidades va de los 360 a los 437 bolívares (0,5 y 0,6 dólares).

    Unos 9.6 millones de venezolanos -casi un tercio de la población- ingieren dos o menos comidas diarias, y la pobreza por ingresos aumentó casi nueve puntos entre 2015 y 2016, a 81.8% de los hogares, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida.
    Sin embargo, debido a la escasez de este producto, el incremento en su precio de venta informal alcanza hasta los 28,000 bolívares (40 dólares).

    “Mi hermana trabaja en la farmacia y consigue los pañales cuando llegan, pero leche no puedo comprar, esas fórmulas son carísimas”, dijo a Caribay Zabala, una madre de 22 años que se dedica a vender desayunos.

    Aún con la ayuda de su hermana, la joven aseguró que ella y otras madres de su familia utilizan pañales de tela porque no les rinden los desechables que encuentran.

    Zabala dice que ser madre en Venezuela es una labor titánica que, sumando la escasez de productos básicos y la inflación galopante de la nación, “hace que tengas que decidir entre comer tú o tu bebé”.

    Para ella, calmar el hambre de su hija de 6 meses es una prioridad que, afirma, satisfará “como sea”.

    Un 51,51% están en pobreza extrema.
    La joven contó que la última vez que adquirió una fórmula láctea para su hija la mezcló con maizena (harina de fécula de maíz) para “rendirla”, aunque aclaró que gastó mucho dinero en un pote de leche que le duró una semana.

    Los inasequibles y limitados alimentos no son los únicos problemas con los que lidian las madres venezolanas. El hijo menor de Betsabet Gil, una joven cajera de un banco privado, tiene tres semanas con alergia en la piel porque que su madre no ha podido comprar un detergente suave para su ropa. “No hay jabón suave o es importado y es incomprable. (La alergia) le ha durado tres semanas, ha sido un suplicio encontrar las cremas que le mandaron. Todavía hay una que no encuentro”, relató Betsabet.

    Ella tiene dos hijos, de 2 años y de 5 meses, y reconoce que “por ahora” es un “alivio” que el pequeño reciba lactancia materna ya que “no sabría qué hacer si tuviera que comprarle fórmulas”.

    Al 93.3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras siete de cada diez personas perdió en promedio 8,7 kilos de peso en el último año.
    El más grande toma “atoles”, como comúnmente se le dice en Venezuela a la bebida que mezcla algún cereal con leche.

    “Tampoco es que me salga barato. Un Cerelac está por los 8,000 bolívares (11 dólares) y eso hay que mezclarlo con leche completa porque él ya está grande, pero la leche completa ya casi ni existe”, indicó.

    La dificultad de ser madre en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo no discrimina entre las edades de los hijos. Como Betsabet, Ireymar y Caribay, muchas mujeres venezolanas ven su labor de madre como un acto de “supervivencia”.