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Viaje al centro de la tierra

  • 11 marzo 2017 /

El núcleo se compone principalmente de una esfera de hierro líquido a temperaturas superiores a 4,000 grados.

Redacción.

Durante los últimos 60 años hemos estudiado en la escuela que la Tierra se divide a grandes rasgos en tres capas: corteza, manto y núcleo.

Diversas teorías geofísicas se han apoyado en este modelo, pero un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard asegura haber descubierto una nueva esfera en el mismísimo centro de la Tierra. La teoría ha suscitado mucha polémica en el ámbito científico, pero podría convertirse en el nuevo modelo a estudiar. La confirmación del estudio será duradera y costosa, pero ya existen los medios. Tan solo nos queda esperar.

Recuerdo aquella clase como si hubieran pasado tan solo unos minutos y no todos estos años. El profesor sacó del armario posterior del aula un pequeño globo terráqueo y preguntó: -¿A qué se parece esto?-. Todos respondimos al unísono: -¡A la Tierra!-. Y él dijo: -¡No, a una cebolla!-. La sorpresa y las risas se apoderaron de nuestros rostros infantiles, pero el profesor procedió a demostrar su afirmación.

Poco a poco, desde lo alto de la tarima, comenzó a despellejar el globo terráqueo de sus capas hasta llegar a un pequeño bulto redondo, y exclamó: - ¡Aquí está el corazón de la cebolla! -. La lección magistral sirvió para explicarnos gráficamente la estructura interna de nuestro planeta, que se divide principalmente en tres capas: la litosfera, el manto y el núcleo.

Las presiones en el centro de la tierra superan 1.3 millones de atmósferas. En estas condiciones, el hierro es tan líquido como el agua de los océanos.
La litosfera comprende la corteza terrestre y parte del manto superior, y flota sobre una zona de rocas plásticas y parcialmente fundidas (la astenósfera), lo que permite la deriva continental y los movimientos de tierra. El manto se extiende desde la base de la corteza hasta una profundidad de unos 2,900 km, y se divide en dos, superior e inferior, con un incremento de la densidad cuanto mayor es la profundidad.

Por último, el núcleo se divide en dos partes: una capa exterior líquida de unos 2,200 km de grosor, y un núcleo interior sólido con un radio de unos 1,275 km, que alcanza los 6,370 km de profundidad aproximadamente. O esto es lo que se cree de momento, porque unos investigadores de la Universidad de Harvard aseguran haber descubierto una esfera de 576 km de diámetro dentro del núcleo interno, es decir, en el mismísimo centro de la Tierra.

Un misterio muy profundo

El núcleo fue uno de los primeros elementos estructurales de nuestro planeta en ser identificado. Los estudios sobre ondas sísmicas que hizo R. D. Oldham en 1906, le llevaron a plantearse la existencia de una zona donde las velocidades de las mismas se reducían. Seis años después, B. Gutemberg verificaba la existencia de esta ‘zona de sombra’, y calculaba su profundidad a unos 2,900 km, una aproximación sorprendentemente cercana a las precisas observaciones actuales.

Foto: La Prensa

4,000 grados centígrados es la temperatura a la que hierve el hierro en el núcleo de la Tierra.
La base de estos estudios es el análisis de las características de las ondas que generan los terremotos, que se propagan por el interior del planeta de distintas formas y modos. La investigación de su velocidad, movimiento, propagación, etc, ayudaron a inferir la estructura interna de la Tierra, y lo siguen haciendo. Un profesor de Harvard y su ayudante han anunciado el descubrimiento de una esfera de 576 km de diámetro en el centro de nuestro planeta después de analizar más de 325,000 registros sísmicos recogidos entre 1994 y 1996 en el Centro Internacional de Sismología. “Su origen continúa desconocido, pero su presencia podría cambiar nuestras ideas básicas sobre el origen y la historia de nuestro planeta”, aseguraba Adam Dziewonski, profesor de Ciencias en Harvard, a la Gaceta de la universidad.

“Podría ser el fósil más antiguo dejado desde la formación de la Tierra”, apuntaba el experto, uno de los geofísicos más respetados a nivel mundial.

Los resultados de la investigación han salido a la luz pública después del análisis de 325,000 registros de ondas sísmicas que pasaban cerca del núcleo de la Tierra. En un principio no observaron nada nuevo, pero cuando los expertos decidieron tomar una muestra más selectiva (las 3,000 ondas más próximas al centro) observaron una anomalía en la velocidad y dirección de las ondas en un área de 576 km de diámetro en torno al centro del núcleo. “Efectuamos varios experimentos para ver si nuestra hipótesis de una capa diferenciada en el centro de la Tierra era posible”, explica la sismóloga que colabora con Dziewonski en la investigación, Miaki Ishii.

“Llegados a este punto - continúa la estudiante de doctorado - es difícil comprender cómo se formó o qué significa esta parte del núcleo interno, pero sí podemos especular”. La idea que proponen es muy sugerente: podría tratarse de uno de los primeros materiales a partir de los cuales se formó nuestro planeta. La teoría ha suscitado mucha polémica en el ámbito científico, pero lo cierto es que aún es pronto para descartarla o aceptarla definitivamente.

Una teoría controvertida

Dziewonski y su colaboradora especulan sobre la posibilidad de que esta esfera se trate de uno de los materiales primigenios de nuestro planeta, pero algunos científicos se han opuesto a esta interpretación. Muchos expertos opinan que las distorsiones observadas en las ondas las produce en realidad el crecimiento progresivo del núcleo interno, mientras que otros atribuyen a la enorme presión del núcleo los cambios en su estructura. “Lo cierto es que sabemos muy poco del comportamiento de los minerales a esas presiones”, explica Francisco Anguita, profesor de Geología en la Universidad Complutense de Madrid, que considera prematuro todavía evaluar definitivamente la teoría.

Dos de las principales publicaciones científicas del mundo rechazaron las conclusiones del estudio antes de que la Academia Nacional de Ciencias de EUA decidiera publicarlo en el Proceedings. “Los científicos tienden a resistirse a las nuevas ideas, lo que es, en cierto sentido, una saludable actitud científica”, puntualiza M. Ishii. Todavía es necesario realizar nuevos experimentos y comprobaciones para confirmar esta hipótesis, y llevará bastante tiempo y mucho dinero.

Las pruebas de laboratorio pueden ayudar a vislumbrar algunos aspectos, pero las ondas sismológicas son una prueba más contundente, y el problema radica ahí: “las estaciones sismológicas actuales están distribuidas irregularmente”, señala Dziewonski, de forma que no existe la cobertura necesaria para recoger las suficientes ondas sísmicas que atraviesen el núcleo interno. Para ello sería necesario colocar temporalmente una red de grabadoras de ondas sísmicas en el fondo del océano. “No es complicado - añade M. Ishii -, pero necesitamos planear con mucho cuidado la ubicación de las estaciones y esperar que ocurra un terremoto adecuado”. Además, se necesitará mucho dinero, y es complicado reunirlo rápidamente. “Éste es el problema de la investigación sobre ciencia básica, porque se hace por el interés de saber más y no por aplicaciones prácticas, con lo que es difícil encontrar financiación”, anota Francisco Anguita.

Entender la estructura interna de nuestro planeta es fundamental para comprender su dinámica y evolución. “Por primera vez en 66 años tenemos una buena evidencia de una nueva región dentro de la Tierra”, remarca Dziewonski, y es la oportunidad de continuar adentrándonos en los misterios que aún hoy se esconden a miles de kilómetros bajo nuestros pies. No obstante, muchos científicos afirman que se sabe más sobre el espacio que nos rodea que sobre el interior de nuestro planeta. ¿Habrá llegado el momento de poner fin a esto?