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Inmigrantes hondureños viajan contrarreloj a EUA para 'ganarle' a Trump

  • 18 enero 2017 /

Muchos de los inmigrantes hondureños que intentan cruzar a EUA tienen que 'burrear' al no tener dinero para pagar coyotes.

Ciudad de México.

En una peligrosa carrera contrarreloj para llegar a Estados Unidos antes que Donald Trump asuma la presidencia, muchos indocumentados latinoamericanos aceleran desde México su travesía por el desierto. Armados con un 'kit de migrante', sortean miedos, climas extremos, víboras, autoridades y mafiosos.

La árida frontera entre México y Estados Unidos está sembrada en sus más de 3.000 km de puestos oficiales de control que, con cientos de agentes, cámaras, helicópteros, y drones silenciosos vigilan la zona.

Deportaciones
Según cifras del gobierno de México, las detenciones de indocumentados en el país alcanzaron un máximo de 20.709 en octubre. Aunque la cifra bajó a 17.230 en noviembre y los datos de diciembre no están aún disponibles, esta semana varios gobernadores fronterizos pidieron recursos alegando un desbordamiento del fenómeno de migrante.
Pero los migrantes, atemorizados por la amenaza que hizo Trump de construir un nuevo muro infranqueable, se las ingenian para encontrar espacios.

En el cercano Caborca, uno de los muchos pueblos fronterizos de Sonora (noroeste) por donde pasan los migrantes, un puñado de hondureños atiza una fogata hecha con basura en medio de la gélida madrugada.

Huyendo de las pandillas y el desempleo, todos atravesaron México sobre el lomo de 'La Bestia', un tren de carga asediado por policías y mafiosos, con tal de llegar a terreno estadounidense antes de que el magnate Trump asuma el 20 de enero.

Foto: La Prensa

Inmigrantes hondureños y salvadoreños esperan por un plato de comida en un albergue en la frontera de México.


'Cuando vi a ese señor en la tele diciendo que odiaba a los migrantes y que iba a hacer otro muro, pensé: 'ahora o nunca'. Y así todos nosotros pasamos Navidad y Año Nuevo en el camino para llegar a tiempo (...) Queremos ganarle' a Trump, dice Wilson, un albañil hondureño de 48 años, cerca de las vías férreas.

'Aunque está difícil, sigue siendo nuestro objetivo', enfatiza este hombre que, por alcanzar su meta, no pudo ver nacer a su última hija.

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi holds a press conference at the Joan Gamper Sports City in Sant Joan Despi near Barcelona on May 24, 2019 on the eve of the 2019 Copa del Rey (King's Cup) final football match between Barcelona and Valencia. (Photo by Josep LAGO / AFP)

Un indocumentado descansa sobre las vías del tren.

'Sofisticados'

Para burlar a las autoridades, los migrantes 'se han ido sofisticando' en sus métodos, asegura Flores. Las 'alpargatas' -pantuflas con suelas de alfombra para no dejar huellas sobre la arena- así como los pantalones, sudaderas, guantes y pasamontañas camuflados se volvieron 'requisito' para cruzar, dice el agente.

En el 'kit' también están las 'suelas de vaca' que asemejan huellas de ganado y las toallas femeninas dentro del calcetín para amortiguar el maltrato de las largas caminatas.

En sus mochilas -muchas veces también camufladas- los migrantes llevan impermeables, antídotos contra veneno de víbora, alcohol para fogatas, talco para pies, píldoras contra la reuma y el dolor.

Muchos de los paupérrimos migrantes no tienen con qué costearse un 'coyote' y acaban cruzando como 'burreros', es decir, transportando marihuana sobre sus espaldas en mochilas de hasta 50 kg.

Además de esa carga, 'debes llevar tu propia agua, comida y cobija. (Los narcotraficantes) no nos pagan, el pago es dejarnos pasar', cuenta 'El Güero', un hondureño que se prepara para 'burrear' por tercera vez.

En su campaña electoral, Trump calificó a los inmigrantes de 'criminales' y 'violadores'.

Alegando 'pánico de ese señor racista', el 'Güero' se defiende: 'Nuestro pecado es haber nacido en un país miserable y no tener dinero para pagar a las mafias' fronterizas.

Con la mirada clavada en el norte, Wilson confía 'en Dios para ablandar el corazón de Trump' y sus seguidores. Pero en Arizona, un estado típicamente republicano fronterizo con Sonora, los migrantes no son populares.

'No podemos negar que traen problemas', opina un mesero en Arivaca que prefiere no dar su nombre. 'Solo pienso que no deberían estar aquí, esta no es su casa'.