Hay una sensación de nostalgia en este accesorio de pequeño formato que siempre contenta en cada temporada. En lo que va del año, varias formas en concreto se han convertido en esenciales.
Existen versiones desde liliputienses, casi que de muñecas, hasta diseños más comerciales, como los que vende Gucci, Prada, Miu Miu y sobre todo Jacquemus.
Le chiquito es el más famoso de las versiones y es de Jacquemus.
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Su asa permite llevarla colgando o bien tiene el tamaño perfecto para lucirla en la muñeca.
Otro diseño que recuerda a décadas pasadas son las carteritas que parecen monederos, con broche de presión, que nos hacen vibrar un poco con glamur ochentero.
Por otro lado, una mini que ha puesto de cabeza al mundillo fashionista es la colgante.
El diseño de este tipo de bolsos, llamados bolso-collar, se pensó para los viajeros, ya que permiten cargar el boleto de avión, pasaporte y algunos billetes, dejando las manos libres para el resto del equipaje.
Los canguritos o bolsitos para cinturón son un resurgimiento que se aleja un poco de su origen sport para trasladarse a textiles y atuendos más chic, o menos casuales.
En cuanto a texturas, la más celebrada es el vinil transparente. El plastichic ha invadido los looks de “fin de semana”, hasta los más urbanos.
Los bolsos collar y las cangureras en todas sus versiones son infaltables
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