NUEVA YORK. Temporada tras temporada, Carolina Herrera ha sabido consolidar sus códigos estéticos, por lo que, sumado al buen gusto y la excelente calidad de sus piezas, ha ganado su prestigio mundial.
Pensando en los niños de los hogares más chic, para este otoño-invierno la firma lanza una versión mini con su inconfundible sello, el cual se refleja en aspectos como los colores, los prints y el uso de materiales nobles.
La colección de niñas se compone de vestidos camiseros, drapeados y con polka dots. Las faldas son el elemento clave y llegan en seda o encaje, dándole forma a modelos que ofrecen libertad de movimiento. El azul es el matiz con el que los chicos consiguen la elegancia sin alejarse de la diversión, a lo que se suman detalles en amarillo y verde.
Las faldas y vestidos para las niñas destacan en la colección así como el azul y amarillo en la ropa de los varoncitos.
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