Es por ello que estas piezas merecen un trato especial, que implica desde una limpieza cotidiana hasta la elección de sitios con características particulares para guardarlas.
Si tienes joyas en plata las puedes limpiar con bicarbonato de sodio. Crea una pasta con una mezcla de bicarbonato de sodio y agua tibia. Pasa el anillo, por ejemplo, frotando suavemente con los dedos. Finalmente enjuaga con agua tibia y seca con un paño suave y limpio.
Se trata de prácticas que debes volver hábitos cotidianos y que, a largo plazo, resultarán en un fulgor eterno. ¡Aquí te damos las claves!
Otros consejos:
-No te perfumes con tu joyería puesta
-Lávala periódicamente con jabón neutro y agua. Si tienes diseños de plata, agrega una pizca de bicarbonato de sodio
- Resguarda cada pieza en una bolsa de franela individual y colócala en su estuche o empaque original
- Destina una caja con clave de seguridad para tus modelos más preciados
- Seca con una franela y frota suavemente para que cobre brillo
- Si presenta algún desperfecto, visita a tu joyero de confianza