SAN PEDRO SULA. La escuela pictórica del siglo XIX y su legado impresionista han sido musa para la colección Mujeres en el jardín, con que la
diseñadora María Elena Villamil clausuró la versión número 28 de
Colombiamoda.
Los jardines, la luz, el color y las pinceladas subliminales de la obra de Claude Monet y Frederick Childe Hassam fueron el leiv motiv que la artista colombiana reflejó en los estampados de telas fluidas como la organza o el doble georgette.
Con 25 años de experiencia, Villamil exploró los estampados florales donde el verde atardecer, una pizca de amarillo, el gris, el blanco empolvado, el blanco cal, el azul marino o el azul klein completaban la escena de tonalidades, todo, en prendas de aire femenino y romántico con esencia de versatilidad y funcionalidad.
Cientos de escarolas daban vida a vestidos etéreos. Los satines también tuvieron protagonismo, así como las mangas globo desgarbadas, los pantalones de ruedos desestructurados, escotes en V y ovales, rosetones con piezas plizadas y trajes de corte urbano con cortes sobrepuestos.
Variedad. María Elena Villamil se decantó por faldas midi, pantalones al tobillo, faldas de cortes envolventes, parkas, gabardinas y hasta quimonos. Las mangas eran grandes y con estructura, la cintura iba ceñida, los escotes acentuados y los volantes sueltos o plisados, estaban por doquier en la colección.
Además de telas fluidas, utilizó impermeables, neoprene, tafetanes, mikazos de seda y lana. También acetatos con un laborioso trabajo de composición y manufactura que hasta incluyó pequeñas flores bordadas en dimensión 3D, todo, con la magia de la pintura impresionista.
Los jardines, la luz, el color y las pinceladas subliminales de la obra de Claude Monet y Frederick Childe Hassam fueron el leiv motiv que la artista colombiana reflejó en los estampados de telas fluidas como la organza o el doble georgette.
Con 25 años de experiencia, Villamil exploró los estampados florales donde el verde atardecer, una pizca de amarillo, el gris, el blanco empolvado, el blanco cal, el azul marino o el azul klein completaban la escena de tonalidades, todo, en prendas de aire femenino y romántico con esencia de versatilidad y funcionalidad.
 El blanco empolvado, piezas plizadas y trajes de corte urbano integran también la propuesta.
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Cientos de escarolas daban vida a vestidos etéreos. Los satines también tuvieron protagonismo, así como las mangas globo desgarbadas, los pantalones de ruedos desestructurados, escotes en V y ovales, rosetones con piezas plizadas y trajes de corte urbano con cortes sobrepuestos.
Variedad. María Elena Villamil se decantó por faldas midi, pantalones al tobillo, faldas de cortes envolventes, parkas, gabardinas y hasta quimonos. Las mangas eran grandes y con estructura, la cintura iba ceñida, los escotes acentuados y los volantes sueltos o plisados, estaban por doquier en la colección.
Además de telas fluidas, utilizó impermeables, neoprene, tafetanes, mikazos de seda y lana. También acetatos con un laborioso trabajo de composición y manufactura que hasta incluyó pequeñas flores bordadas en dimensión 3D, todo, con la magia de la pintura impresionista.
