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Niño hondureño con 'huesos de cristal' busca visa en EUA

  • 29 agosto 2014 /

Los padres de José David Galdámez lograron obtener una visa humanitaria que les permitía quedarse seis meses y buscar tratamiento para curar la osteogénesis imperfecta que padece.

Los Ángeles, Estados Unidos

Se apaga la esperanza de los padres de José David Galdámez, un niño de 9 años que padece la enfermedad de los 'huesos de cristal', pues, aunque consiguieron un tratamiento para el pequeño en EE.UU., su situación migratoria les empuja a regresar a Honduras y poner en riesgo la salud del menor.

Neptalí Galdámez, su esposa María Elena Fernández, y el menor de sus hijos llegaron desde la hondureña localidad de San José Copán a Los Ángeles el pasado 18 de enero. La familia logró obtener una visa humanitaria que les permitía quedarse seis meses y buscar tratamiento para curar la osteogénesis imperfecta que padece.

Sin embargo, José David necesita estar bajo la supervisión médica por lo menos dos años para luego someterse a dos cirugías en su rostro.

'Es un tiempo largo, si nos vamos para Honduras de vuelta es difícil que regresemos, el tratamiento de él quedaría botado' explicó a Efe Galdámez.

El periplo de esta humilde familia comenzó hace seis años, cuando la madre de José David se dio cuenta de que las mejillas del niño crecían de forma desproporcionada.

Los médicos de Honduras no pudieron diagnosticar la dolencia del menor y no fue sino hasta que los padres buscaron ayuda en El Salvador que supieron que la vida de su hijo corría peligro.

Huesos extremadamente frágiles

El diagnóstico fue confirmado por una brigada de médicos estadounidenses que viajó a Honduras.

La rara dolencia hace que los huesos de José David sean extremadamente frágiles. El trastorno congénito impide la formación de colágeno que es vital para el desarrollo de los huesos y, aunque la enfermedad no es mortal, el desgaste físico puede llevar al paciente a fallecer por otras complicaciones médicas.

Se estima que un paciente de 'los huesos de cristal' sufrirá al menos cien fracturas antes de llegar a su adolescencia.

'Me da temor que se pueda caer y se golpee. Hay que andar pendiente porque si se golpea la cara se le revientan los huesos', advirtió Fernández

Los médicos del Hospital de Niños Shriners de Los Ángeles saben lo delicada de está condición y, aunque no tiene cura, el tratamiento previene que la salud de los pacientes se deteriore.

El centro médico se ha comprometido a apoyar al pequeño hondureño en los procedimientos, pero el estatus migratorio de esta familia podría echar abajo sus años de lucha.

De acuerdo a Alex Gálvez, abogado especialista en inmigración, las autoridades federales negaron la extensión de la visa humanitaria a esta familia, que ahora se encuentra prácticamente indocumentada.

'Estamos pidiendo al servicio de Inmigración que otorgue un amparo para este niño y su familia, basados en que en Honduras no pueden garantizar la salud del niño', advirtió Gálvez.

De la aprobación de este beneficio migratorio depende la permanencia y supervivencia de la familia en Estados Unidos, pues sin un permiso de trabajo el padre de familia no ha podido conseguir empleo y están viviendo en condiciones muy precarias.

Además de sus gastos diarios y algunos estudios médicos para José David, estos padres tienen que responder económicamente por otros cuatro hijos que tienen en Honduras.

'Nos sentimos desesperados en la situación que nos encontramos, que nos ayuden a ver cómo podemos estar acá y que él consiga un trabajo, porque sin trabajo él no podemos hacer nada', aseguró Fernández.

Según Gálvez, esta clase de casos son catalogados como excepcionales y se tiene que contar con el beneplácito del Servicio de Inmigración y la discreción del juez.

'Vamos a apelar a la bondad del juez, que nos muestre el lado amable de la justicia de este país que puede proteger a los más indefensos', apuntó el abogado.

Las burlas y abusos psicológicos que sufrió el menor por parte de sus compañeros de clase en Honduras también beneficiarían el caso de esta familia.

Pese a su condición, los médicos han recomendado a los padres del niño que lo ayuden a llevar una vida normal. Por eso, el menor ingresó en una escuela en Los Ángeles y acude a clase con regularidad.

'Yo quiero estudiar y poder jugar como todos los otros niños, y quiero poder vivir aquí', dijo a Efe José David. EFE