25/04/2024
06:22 AM

El viaje de un joven héroe hondureño a Afganistán

Edwin López es un joven oriundo de Tegucigalpa que se enlistó en el Ejército estadounidense y peleó en el país afgano.

Nueva York, Estados Unidos

Un hombre se convierte en un héroe cuando es capaz de realizar algo extraordinario poniendo en riesgo su propia vida, por el bienestar y la seguridad de sus seres queridos o su patria.

Para el joven hondureño Edwin López (30), los 18 meses de sufrimiento e incertidumbre en Afganistán como miembro del Ejército de los Estados Unidos, no se comparan con la satisfacción que le provoca el saber que sus hijos crecerán en un mundo donde reine la paz y se respeten los derechos humanos.

En una emotiva conversación con LA PRENSA, este joven nacido en Tegucigalpa recorrió su carrera militar desde el momento en que tomó la decisión de salvar su vida al unirse al Ejército estadounidense, asímismo confesó cómo crecer en Honduras le benefició al momento de estar en el frente de combate.

“Como muchos jóvenes al llegar aquí empecé a andar con las personas equivocadas, tomaba malas decisiones y esto me llevó a pensar qué quería hacer con mi vida y decidí ir al Ejército, ya que mi papá no tenía los ingresos para que pudiera estudiar. Siempre soñé con ser soldado estadounidense desde que llegué a este país hace 13 años y cuando ingresé, sentí el deber de luchar por el país que me abrió las puertas para tener una vida mejor”, expuso.

¿De que manera te beneficio como persona tu paso por el Ejército?

'Me ayudó a convertirme en un hombre de bien; me volví una persona responsable y de buen comportamiento. Pasé de ser un niño inmaduro y peleonero a una persona muy educada que sabe cómo tratar a los demás, que los respeta y que sabe cómo conducirse en la vida finalmente'.

¿Acerca de tus inicios, cómo se da ese viaje al campo de guerra?

'Al ingresar al entrenamiento básico te comprometes a luchar por Estados Unidos, defender el país, la bandera y sus ciudadanos. El ir a la guerra es algo estresante ya que dejas todo atrás; tus amigos, tu familia y no sabes si vas a volver o no. Las noches y días se hacen eternos y sientes que aquello nunca va llegar a su fin. No duermes bien y cuando lo haces duermes con la ropa puesta por si en las noches hay ataques. Ese clima de guerra te obliga a veces hasta drogarte para poder descansar por tanta tensión'.

¿No consideras que por el hecho de haber nacido en Honduras, no ameritaba correr esta clase de riesgo, aunque sea por agradecimiento a este país?

'La lucha por la paz no solo le corresponde a Estados Unidos; estando en Afganistán me encontré con tropas hondureñas que venían a apoyarnos. Ellos eran unos soldados cobras, creo que eran las fuerzas especiales de Honduras, me sorprendí al verlos y sentí orgullo al ver que portaban nuestra bandera'.

¿Cómo se sobrevive 18 meses en el frente de guerra, tomando en cuenta factores como la alimentación, las pocas horas de descanso, el stress, el temor y la incertidumbre si estarás con vida el día siguiente?

'Una vez que abordas el avión solo eres tú, tus compañeros y Dios; tu rifle se convierte en tu hermano, amigo, hijo y madre. Aprendes a querer a tus soldados como un padre y ellos se convierten en todo para ti. En cuanto a la alimentación, tenemos comidas rápidas, algo llamado 'MRE' (Meal Ready to Eat), que solo las calientas, sabe muy feo pero tiene mucha proteína. Durante ese tiempo no deseas ver el calendario te deprime ver que se acerca la fecha de cumpleaños de tu esposa, hijos, padres, hermanos y te das cuenta que no hay días festivos en un ambiente de guerra.

¿Cuál fue tu reacción cuando se acaba todo esto y te dicen que recojas tus cosas que regresas a casa?

'Es una experiencia inolvidable. Recuerdo que mi capitán me dijo que viajaría de regreso a casa en una semana, lo primero que hice fue saludarlo, corrí hacia afuera, me arrodillé y me puse a llorar como un niño y a agradecerle a Dios. No podía creer que por fin saldría de esa jaula donde estuve encerrado por tanto tiempo'.

¿Cómo te sentiste al volver a Estados Unidos y ser recibido como héroe?

'Me sentí orgulloso de mí mismo y al ver a mi familia comprendí aun más que todo ese sacrificio que hice era por la felicidad y libertad de ellos, le dio sentido a mis acciones y me dije que no permitiría que ningún enemigo viniera aquí a este país a cachetearnos en la cara, ya que no me imagino mi familia viviendo con miedo sin poder salir a la calle y con sus vidas en peligro, con militares de Irak diciéndonos qué hacer y cómo vivir'.

¿Cómo es tu vida hoy en día, luego de que terminó tu período en el Ejército?

'Estoy tratando de adaptarme a mi nueva vida como civil. Ha sido algo difícil ya que te acostumbras al Ejército, a esa rutina de entrenar, de estar ocupado siempre y peleando. Por los momentos lo que deseo hacer es ingresar a la universidad para en el futuro volver al Ejército pero como un teniente, ya que si estudio alguna carrera antes de volver podría ingresar a la escuela de oficiales'.

¿Para cerrar qué se siente ser un héroe hondureño en Estados Unidos?

'Ser hondureño es mi orgullo y visito mi tierra por lo menos 3 veces al año y cuando estábamos en la guerra siempre les expliqué a mis compañeros que yo era de Honduras no de Estados Unidos y les mostraba fotos de Roatán, Tela , La Ceiba, Tegucigalpa y les decía que íbamos a ir a visitar mi país. El haber crecido en Honduras me permitió alcanzar el éxito como soldado ya que en ciertos pueblos de Afganistán la vida es similar como en algunos municipios del país, donde no hay controles sanitarios, abunda el polvo, tierra, zancudos, mosquitos, malaria etc. Eso me facilitó las cosas ya que yo me crié en las calles, tomando agua de la llave. En la finca de mi abuelo pasaba entre vacas, caballos y animales. Eso me creó anticuerpos, por lo que nunca me enfermé allá’.