20/04/2024
07:19 AM

Los zapateros comienzan a crecer como empresarios

Con apoyo de la Secretaría de Desarrollo Económico y el PNUD, zapateros multiplican la cantidad y mejoran la calidad de su producción.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Casi toda una vida, José Esteban Solórzano y una treintena de colegas estuvieron fabricando pequeñas cantidades de calzado en talleres sombríos, donde, además del olor a pegamento, imperaba la desesperanza y el miedo a desaparecer o convertirse, en el mejor de los casos, en zapateros remendones.

    Algunos de ellos vieron cuando muchos colegas frustrados vendieron los martillos, agujas, las leznas y los sacabocados para iniciar la travesía del sueño americano o hundirse desamparadamente en el mar del alcoholismo.

    El ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, que a la postre se tradujo en la invasión global de productos con la etiqueta made in China, pulverizó a los talleres de los zapateros de San Pedro Sula porque sus propietarios no contaron con el respaldo de leyes o estrategias de Gobiernos anteriores que los protegieran frente a la masiva importación de zapatos nuevos y usados.

    Solórzano y sus compañeros, quienes han aguantado los embates de la globalización, ahora gozan de vientos a su favor y desde hace seis meses están actuando, más que soñando, para convertirse en grandes empresarios.

    En estos talleres trabajan los dueños de los talleres, operarios e hijos, que estudian en universidades.
    Estos fabricantes ahora tienen capacidad para producir más de 600 pares de zapatos al día, cuentan con clientes seguros (entre ellos, el Gobierno) y hasta saben cómo administrar una empresa porque también se dan el lujo de poseer un consultor pagado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

    “Ya somos empresarios, con mil dificultades, pero al fin lo logramos. Somos la primera empresa de zapateros, hombres y mujeres, que venimos luchando y estamos trabajando para crecer como industria”, manifiesta Solórzano, presidente de Procalza (Productores de calzado).

    Todos los socios de Procalza, una empresa del sector de la economía social, son dueños de talleres en el Distrito del Calzado Valle de Sula, abierto por el gobierno de Juan Orlando Hernández para proteger e impulsar la golpeada industria del calzado.

    “Juntos lograremos muchos objetivos: un plan masivo de producción, con estándares de calidad, vamos a abrir nuestras propias tiendas y en un futuro no muy lejano vamos a exportar”, expresa.

    Los zapateros son asesorados por un consultor sobre administración de empresas, trabajo en equipo, liderazgo, procesos y procedimientos.
    En octubre de 2017, la Secretaría de Desarrollo Económico (en alianza con organizaciones empresariales) abrió este distrito como un proyecto piloto que este año se desarrollará en todo el país.

    En el Distrito del Calzado Valle de Sula trabajan los afiliados de Procalza, sus hijos (algunos estudian en la universidad) y operarios. Dentro de poco firmaran un acuerdo con el Gobierno para producir unos 38,000 pares de zapatos para escolares.

    “Estar aquí nos permite tener estabilidad laboral. Nosotros podemos hacer los zapatos que nos pidan. Pueden venir a hacer pedidos”, dice Alexis Zúniga, uno de los socios.

    La Secretaría de Desarrollo les ha donado máquinas troqueladoras, pasadoras y pegadoras (fabricadas en Guatemala), con lo cual garantizan la producción instalada y mejorar la calidad.

    Estos empresarios nunca tuvieron máquinas, ahora poseen equipo para fabricar zapatos resistentes con el fin de competir contra los chinos.
    Por el momento, ellos fabrican calzado para mujeres y niños. En los próximos meses comenzarán a confeccionar para hombres.

    Osmán Reyes, otro de los zapateros del distrito, está seguro de que “en Honduras hay buena mano de obra para hacer el zapato que los clientes pidan”, lo único que “no tenemos es suficiente materia prima, hay que importarla”. Juan Andino y ó nix García coinciden en que es la “primera vez en la historia” que un Gobierno “se preocupa” y hace soñar a los zapateros con ser “grandes empresarios”.