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El hombre detrás del éxito de Evo Morales

  • 09 octubre 2014 /

Luis Alberto Arce es el principal artífice del resurgimiento económico de Bolivia.

La Paz, Bolivia.

El presidente Evo Morales, quien se encamina a ganar un tercer mandato el domin­go, debe gran parte de su populari­dad al principal artífice del resur­gimiento económico del país: su ministro de Economía, Luis Alberto Arce, un autoproclamado socialista que suele citar a Marx y Engels.

Sin embargo, a pesar de que ha­bla como sus aliados de izquierda de Argentina y Venezuela, Arce ha evitado los traspiés que han lleva­do a estos países por un sendero de inflación galopante, depreciación de la moneda y recesión.

Bolivia, un país con 10 millones de habitantes que ha atravesado décadas de inestabilidad económi­ca, ha registrado un crecimiento económico anual de alrededor de 5% desde que Morales asumió la presidencia en enero de 2006.

“A mí, no me interesa la imagen que quiero proyectar”, dice Arce en su oficina en La Paz, que está decorada con un retrato de Er­nesto “Che” Guevara, quien mu­rió en este país mientras trataba de fomentar una revolución. “Me interesa hacer la transformación de Bolivia”, agrega Arce, a quienes algunos llaman un neoliberal que no ha salido del clóset.

Morales, el primer presidente de origen indígena de Bolivia, ha ex­pulsado al embajador estadouni­dense, forjado estrechos lazos con Cuba y Venezuela, y ha sido criti­cado por grupos de derechos hu­manos que lo acusan de intimidar a sus opositores y a la prensa. De to­dos modos, sus políticas favorables para las empresas han producido un vigoroso crecimiento económico y un ferviente respaldo. Una encuesta publicada el 2 de octubre por el dia­rio El Deber indicaba que Morales derrotaría a su rival más cercano, Samuel Doria Medina, con un mar­gen de 41 puntos.

“Para mí no es tan difícil ganar las elecciones”, aseveró Morales, de 54 años, en una entrevista el domingo con el canal de televi­sión Unitel.

Arce concibió políticas para el sector gasífero que generaron grandes ingresos al tiempo que controló el gasto. A partir de mayo de 2006, el gobierno exigió que las empresas energéticas extranjeras pagaran 32% adicional en impues­tos y regalías. Los altos precios del gas natural, impulsados por la creciente demanda de Argentina y Brasil, así como el aumento de las exportaciones de plata y zinc, también han contribuido.

Parte de la nueva riqueza ha llegado a las clases bajas a través de subsidios y programas socia­les. La pobreza extrema ha baja­do de 38% a 18%, dice Arce, con lo cual Bolivia supera a Paraguay y deja atrás su estatus de larga data como el país más pobre de Suda­mérica. En abril, el Banco Mundial calificó estos resultados como “ex­traordinarios”.

Arce, quien pasó 19 años en el Banco Central de Bolivia bajo presidentes fiscalmente conser­vadores, a menudo ha seguido un libreto ortodoxo. Ha mante­nido presupuestos equilibrados y el país ha acumulado más de US$15.400 millones en reservas internacionales, uno de los nive­les más altos del mundo por el ta­maño de su economía.

Jeffrey Webber, un politólogo canadiense que estudia la econo­mía boliviana, escribió hace poco que “las tasas de inflación ha sido contenidas a niveles que manten­drían a Milton Friedman descan­sando en paz en su tumba”.

“Arce ha sido un gestor eco­nómico muy cuidadoso”, señala Baudouin Duquesne, quien pasó años como director del Banco In­teramericano de Desarrollo en Bo­livia y ahora desempeña el mismo cargo en Venezuela. “Él es una de las principales razones por las que Bolivia está en la posición en la que se encuentra hoy”.

Hijo de maestros de escuelas públicas, Arce se preguntaba en su adolescencia por qué un país rico en recursos naturales como Boli­via estaba sumido en la pobreza. El marxismo parecía ofrecer una salida, recuerda que concluyó de joven. Arce, quien jugó de base en su equipo de baloncesto en la universidad, estudió economía y se unió a uno de los partidos so­cialistas de Bolivia.

A principios de los años 80, sin embargo, el gobierno de izquierda hizo un manejo tan malo de la eco­nomía que la inflación anual llegó a 24.000%. Durante las siguientes dos décadas, los votantes optaron por gobiernos de centroderecha que priorizaban la disciplina fis­cal, la privatización de empresas y la liberalización del comercio. Estas llamadas reformas neolibe­rales frenaron no sólo la inflación sino también el crecimiento eco­nómico. Entre 2001 y 2006, Bolivia tuvo cinco presidentes.

Mientras tanto, Arce ascendía en el Banco Central, donde pasó a ser subgerente de reservas. No obstante, dice que se opuso a las reformas económicas y que las cri­ticó en dos tesis universitarias. Esa afirmación provoca risas en­tre sus detractores.

“Si tú vas a entrar a trabajar en una entidad que promueve ciertos principios en el manejo económi­co, por supuesto tienes que com­partirlos. De otra manera es muy difícil que te pongas a trabajar en algo en lo que no crees”, dice Jime­na Costa, candidata a diputada de la oposición y ex colega de Arce en la Universidad Mayor de San An­drés, en La Paz.

Juan Antonio Morales, presi­dente del Banco Central entre 1995 y 2006 y quien no tiene parentesco con el presidente, no tiene ningún recuerdo de Arce criticando las políticas bancarias y se sorpren­dió cuando se incorporó al gabi­nete de Morales. Aun así, afirma que Arce fue una elección lógica porque a mediados de la década pasada, era uno de los pocos ex­pertos financieros bolivianos con experiencia gubernamental y que simpatizaban con el movimiento izquierdista de Morales.

Las credenciales de Arce en el Banco Central lo convirtieron en un símbolo de la continuidad eco­nómica. Eso era vital para Mora­les, quien no tiene una capacita­ción formal en economía. Pese a sus promesas de poner boca abajo el orden político, Morales anhela­ba estabilidad política.

“El primer reto que teníamos era demostrar que nosotros, la iz­quierda, manejamos la economía mejor que la derecha”, dice Arce.
Eso con frecuencia involucraba aguantar la presión de firmar che­ques. Por ejemplo, Arce recuerda una conversación con Morales en la que lo convenció de no duplicar los sueldos de los empleados pú­blicos. En la nacionalización par­cial del sector gasífero, Arce dijo que resistió llamados a expropiar activos de empresas extranjeras.

No se pudo contactar a Morales para que hiciera comentarios.
Con el tiempo, este curso mo­derado ha conducido a fuentes nuevas de ingresos. El gasto del gobierno se ha cuadriplicado des­de 2005. Se están construyendo carreteras, hospitales y escuelas, así como un sistema de transporte por teleférico en La Paz.

Durante la gestión de Morales, el número de empleados estatales ha crecido a casi el doble y ahora reciben dos meses de bonificación. Se prevé que el Producto Interno Bruto crezca 5,5% este año.

Costa y otros detractores acu­san al gobierno de derrochar fon­dos y dicen que, dada la escala del ascenso económico de Bolivia, de­bería haber hecho mucho más.

“Hay trabajo”, expresa Íngrid Mariño, quien tiene un pequeño negocio de venta de huevos. “No nos falta nada aquí”.
Pese a que los economistas di­cen que el modelo de Morales no re­fleja El Manifiesto Comunista, Arce insiste en que los cambios han sido radicales. “Marx dice: para lograr el salto al socialismo hay que desa­rrollar las fuerzas productivas. Es lo que estamos haciendo”.