La endémica crisis en la economía, las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional con la segunda cita en Washington y la capacidad de endeudamiento en el límite, para algunos ya rebasado, han condicionado la elaboración de las cuentas para el próximo año fiscal que, en el proyecto, muestran cortes en abusos del pasado y rectificaciones con la finalidad de sanearlas aunque eso lo podrán conocer, en el mejor de los casos, las próximas generaciones.
Los datos apuntan a una disminución de cerca de 3,000 millones de lempiras en el presupuesto 2015 en relación al de este año, aunque debiera tomarse en cuenta su ampliación a mediados de año en cerca de 4,000 millones.
La disminución, por tanto, no es tan real como puede parecer. Pero como no se consuela el que no quiere, es positivo constatar que, oficialmente, hay menos recursos para gastar.
Con las cosas así, la mirada está dirigida hacia la planilla, supernumerosa y “tragadora”, eliminando las escasas posibilidades de inversión pública que ha de ser suplida con cooperación externa, con créditos y con intervenciones en el mercado financiero internacional mediante la colocación de bonos. Al final, el pan de hoy se convierte en hambre de mañana, pues el pago del servicio de las deudas, interna y externa, consume gran parte de recursos que pudieron encauzarse a salud, educación, vivienda, infraestructura vial etc.
El proyecto del próximo año además de la cuestionada reducción, contempla la congelación salarial de los burócratas y un tope para aquellos cargos de alto nivel que en la administración central puede llegar a tener algún efecto, porque en entes autónomos y descentralizados la “cuchara grande” se halla en mano de los comensales y ya se sabe.
Ni siquiera la denuncia de los salarios en la Alianza Público-Privada (Coalianza) que solo llegó a escándalo por unos días, tuvo efecto y es aún objetivo de transparencia mediante el intento, hasta el momento fallido, del Consejo Nacional Anticorrupción. Aquellas empresas e instituciones con juntas directivas harán valer sus decisiones, aunque se lleven de encuentro los recursos del Estado.
Si la anunciada congelación de salarios se completase con el fortalecimiento y la independencia de las instituciones de control y evaluación del Estado, así como de organismos privados con seguimiento de los operadores de justicia, tendría más efectividad la reducción del gasto en la planilla, pues abundarán quienes abonen a la hueca con recursos de representación, viáticos, viajes, etc. o desvíos aunque milagrosamente vuelvan al cauce como ha ocurrido en El Progreso.
El desafío inmediato está en la transparencia del debate en el Poder Legislativo y, posteriormente, el sujetar a los “gastones” de arriba y no prestarse al juego de ampliar el presupuesto o entregar, como pulpería, permisos para seguir endeudándonos.