19/04/2024
10:20 PM

Independencia

    San Pedro Sula, Honduras.

    Las celebraciones del 193 aniversario de nuestra independencia política proporcionan una alta dosis de optimismo y autoestima que ojalá perdurase todo el año, pero no es así. Sin embargo, hoy, como en pocas épocas antes, los hondureños necesitamos recuperar aquellos principios que iluminaron, alentaron e hicieron posible la emancipación.

    Libertad, justicia y paz, tres pilares sobre los que asentar, con firmeza, la democracia y la convivencia que acompañen en todo el trayecto hacia el desarrollo, la prosperidad y el progreso de los que muy débil y esporádicamente apreciamos indicios para romper las cadenas del subdesarrollo que, como red, nos mantiene atrapado.

    Este es al gran desafío de nación y de país que no se limita al área económica, a la producción o productividad, a los déficit fiscal o comercial, al Producto Interno Bruto, al comportamiento de las remesas, a las negociaciones con organismos internacionales, al uso de los recursos del Estado, al despilfarro y la corrupción, sino además a la visión y expresión miopes en el quehacer político y en la dimensión social, condicionada a presiones externas e intereses internos. Volvamos a aquel 15 de septiembre 1821 del que los historiadores han extraído y presentado el espíritu auténtico del pueblo centroamericano, no de la élite gobernante que no cambió. En Guatemala y después de los demás países se vivió el júbilo por la independencia que había recorrido ya el continente desde las praderas allende el río Bravo hasta la Tierra de Fuego.

    El recordar la historia debe constituir un trampolín para un salto hacia arriba, no de caída, de manera que el uso y abuso de lemas, citas, personajes y representaciones no alejen las oportunidades ni impidan a líderes y dirigentes acercarse, conocer y contribuir a la solución de los problemas colectivos. Es decir, necesitamos pasar, con más frecuencia, de las palabras a las acciones, como observamos en las decisiones del Poder Ejecutivo en seguridad, corrupción, impunidad, cuyo seguimiento en los operadores de justicia proporcionarán la clave para conocer si estamos enfilados hacia un cambio efectivo, no de palabra o demagógico.Hablar de convergencia y concertación puede significar para algunos oportunidad de aprovechamiento, mientras que para la mayoría es ruta necesaria para la subsistencia y aspiración, por lo menos, a un ínfimo nivel de calidad de vida. He aquí la diferencia entre quienes se cobijan en los colores del partido y entre quienes la existencia personal y familiar es el desafío de cada nuevo día.

    El amor a la Patria no se halla en el redoble de tambores ni en los discursos y proclamas de la jornada, sino en la protección de la vida de los hondureños, en la defensa de los recursos naturales y en el respaldo a la convivencia armónica que refleje el ambiente fortalecido de libertad, justicia y paz.