18/04/2024
08:10 AM

Una tormenta y...

    San Pedro Sula, Honduras.

    La vulnerabilidad de San Pero Sula quedó nuevamente en evidencia en la última tormenta, con intensidad mucho mayor a los aguaceros de las tardes o primeras horas de la noche. El irregular ciclo lluvioso está proporcionando abundantes precipitaciones en agosto, en contraste con aquellas zonas en las que la sequía ha arrasado los cultivos, incrementando la pobreza y el hambre de los pobladores.

    La ciudad crece, pero el desorden en el desarrollo habitacional y la miopía de las autoridades ha ido creando problemas, con raíces en la cada vez mayor depredación de la naturaleza que retribuye con creces cuanto a ella se le hace. La naturaleza protege si se la defiende, no si, en nombre del progreso, se le va reduciendo el espacio por el mal entendido desarrollo invasor.

    Una ciudad, como la capital industrial del país, con ríos y quebradas en su área urbana tiene solución o, por lo menos, la posibilidad de disminuir daños en la infraestructura y alejar los peligros para las personas con la conducción de las aguas hacia los cauces de ríos y quebradas, mitigando la destrucción en el centro de la ciudad y en las zonas bajas.

    Pavimentar las calles es sinónimo de arrojar el cemento o el asfalto por el que recorrerá la lluvia si hay declive o se acumulará hasta hacer intransitable el lugar si hay una hondonada, aunque la distancia al río más próximo sea de unos metros. Lo de los colectores es otra historia, pero mientras tanto no queda más que cruzar los dedos para que los fenómenos de la temporada en el Caribe sigan una ruta lejana, pues a los mercados de la capital se une ya la otra progresista ciudad de los zorzales en las secuelas calamitosas de aguaceros y tormentas.

    Y aquí, nunca mejor la expresión, llueve sobre mojado, pues cada gasto adicional o inversión no contemplada llega a las arcas vacías, a la espera de la readecuación de la deuda para lograr recursos frescos que ya están destinados, aún antes de obtenerse, a la ampliación de las vías de acceso y salida de la ciudad o aquellos bulevares, como alivio en el creciente parque móvil de la ciudad.

    Lo de esta semana es un aviso más para agilizar, contra viento y marea o contra la endémica situación financiera, el Plan Maestro de Aguas de Lluvia que permanece en reposo a la espera de la voz y de los recursos que lo saquen de la caverna.

    El retraso de décadas se traduce en mayores daños cada vez e incremento de los costos. De nuevo, el tema de las prioridades en las obras de la ciudad es “prioritario” y debe abordarse exento de la contaminación política partidista o personal.

    San Pedro Sula, por su supervivencia y la calidad de vida de los pobladores, debiera haber sellado alianza con la naturaleza y compromisos en defensa del ambiente, pues en El Merendón, en el acuífero y en los ríos de la ciudad se escribe ya la existencia de las próximas generaciones que tienen derecho a vivir con dignidad.