En pleno siglo 21 el poema homérico viene a nuestra memoria al referirnos a frijoles, no traídos ni llevados todavía puesto que como en el relato clásico, el largo viaje repleto de aventuras, no todas en alta mar, no ha terminado, al contrario, se complica porque por la experiencia de los vecinos, el grano puede estar acompañado de bichos que de gustarle nuestro suelo pueden causar mucho daño.
De momento, solo es el alerta en el Gobierno, cuyos funcionarios ya han expresado su determinación de hacer cumplir estrictamente los requerimientos sanitarios, luego de que El Salvador, China y Costa Rica han obstaculizado el ingreso a sus países del producto comprado a Etiopía.
En Costa Rica por el desabastecimiento de frijoles se permitió su ingreso sin aranceles, sin embargo, los estándares fitosanitarios actuaron de barrera en algún cargamento, como el de finales de julio procedente de China, en el que se halló residuos de plaguicidas. Con un no definitivo, las autoridades costarricenses del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) recomendaron destruir el grano o devolverlo al país de origen. También en El Salvador ha habido problemas con la importación de frijoles que no ha llegado a completarse porque ante el peligro de una plaga de gorgojo en la carga, las autoridades decidieron aplicar una cuarentena y exigir el cumplimiento de las normas sanitarias. En nuestro país la aventura del viaje, cuya ruta hacia Oriente u Occidente, a través del canal de Suez o bordeando Sudáfrica es tan desconocida como la naviera o la empresa vendedora, tiene ya varios capítulos que componen, como en todo buen relato novelesco, la introducción y el nudo, falta el desenlace, supuestamente el próximo mes, cuando atraque en alguno de nuestros puertos el buque procedente de Etiopía.
“Si no cumplen los requisitos sanitarios y de calidad del grano, no los recibiremos ni pagaremos”, afirma Alden Rivera, titular de la Secretaría de Desarrollo Económico. ¡Faltaría más!, en expresión popular. Después de la eterna espera, frustración en la población y altos precios en el mercado, la calidad, en su nivel óptimo, debe marcar el sí, así como el no definitivo ha de ser la respuesta a cualquier evidencia o sospecha, pues la eternidad en bodega del buque puede mostrar deterioro del grano.
Aunque no es para “ya”, la vuelta al campo del Gobierno con asistencia técnica, financiera, semilla mejorada y sistema de riego, garantiza la seguridad alimentaria de la familia hondureña y abre la oportunidad para ventas en el exterior tras surtir las necesidades del mercado interno.
La odisea del buque frijolero puede tener otra aventura de regreso, si la carga no cumple los requerimientos sanitarios o viene con indeseables acompañantes.