Nueva York, Estados Unidos.
Le propongo un ejercicio simple: escriba su propósito en este mundo y cómo podría ser su vida en 10 años. Revise lo que escribió en una década y vea qué pasó. Google lo hizo en 2004, cuando redactó el prospecto que usó para sacar sus acciones a bolsa.
Para conmemorar el décimo aniversario de su oferta pública inicial, que se cumple hoy 19 de agosto, repasé ese documento de 79.743 palabras en busca de pistas de lo que hizo de Google la empresa que es hoy.
Es muy tentador evaluar sólo el compromiso infame de “no ser malvado” incluido en la carta de los fundadores, Larry Page y Sergey Brin. Pero hay mucho más en este documento. De forma simple y con ejemplos, logra infundirle un mandato importante a una gran tarea capitalista, al tiempo que evita ser demasiado sentimental.
La primera oración de la carta declara que Google “no es una empresa convencional”. Luego define de manera simple la misión de la compañía: “brindar información relevante sobre cualquier tema”. La carta es directa sobre las señales de alarma para los inversionistas; en concreto, una estructura accionaria de dos clases que les deja el control a los dueños.
Es posible ver cómo esas palabras escritas hace 10 años ayudaron a formar una cultura que es lo suficientemente temeraria, experimental y flexible como para que Google sea lo que es hoy. En ese entonces, Google era una empresa de unos 2.000 empleados y era casi exclusivamente un motor de búsquedas.
En 2004, sus productos eran tan limitados que enumeraba como importantes beneficios para los usuarios funciones ahora muy comunes como control de ortografía y calculadoras en línea. Su servicio de e-mail, Gmail, acababa de ser lanzado. Los teléfonos inteligentes eran tan incipientes que la palabra móvil apareció sólo seis veces, e incluso “la web móvil” requería comillas, lo que indica lo exótica que era. No existían Android, YouTube, Google Car ni Google Chrome, no tenía termostatos, ni satélites en órbita, ni fibra óptica.
De hecho, los ingresos en 2004 ascendieron a poco menos de US$3.200 millones, por debajo de lo que registraban The Washington Post Co. y Western Union Co.
Los ingresos de Google superan US$65.000 millones, y sólo 40 empresas de Estados Unidos facturan más; tiene un margen de ganancia neta de más de 20%, cifra que sólo superan tres firmas; y su valor de mercado es ahora uno de las mayores del planeta, de casi US$400.000 millones. Nada de su pensamiento adelantado de 2004 indica que Googleesté posicionado perfectamente para los desafíos de 2024. Mucho amenaza su terreno.
El objetivo que data de una década atrás de brindar “acceso sin sesgos” a la información se ve amenazado por la pantalla pequeña del smartphone. La empresa se ha visto enredada en problemas legales en todo el mundo y su propia burocracia en su sede central. Puede ser arrogante y prepotente. Aún quedan pendientes temas más profundos sobre vigilancia, privacidad y libertad.
Diez años más tarde, Google sigue siendo incuestionable, incorporada a nuestro sistema nervioso central. Si pregunta por qué, lea esa carta inicial concisa y duradera. Luego pruebe con un ejercicio. Con oraciones cortas, ¿cómo explicaría su propósito a 10 años? Si no puede hacerlo, probablemente no se haga realidad.
Le propongo un ejercicio simple: escriba su propósito en este mundo y cómo podría ser su vida en 10 años. Revise lo que escribió en una década y vea qué pasó. Google lo hizo en 2004, cuando redactó el prospecto que usó para sacar sus acciones a bolsa.
Para conmemorar el décimo aniversario de su oferta pública inicial, que se cumple hoy 19 de agosto, repasé ese documento de 79.743 palabras en busca de pistas de lo que hizo de Google la empresa que es hoy.
Es muy tentador evaluar sólo el compromiso infame de “no ser malvado” incluido en la carta de los fundadores, Larry Page y Sergey Brin. Pero hay mucho más en este documento. De forma simple y con ejemplos, logra infundirle un mandato importante a una gran tarea capitalista, al tiempo que evita ser demasiado sentimental.
La primera oración de la carta declara que Google “no es una empresa convencional”. Luego define de manera simple la misión de la compañía: “brindar información relevante sobre cualquier tema”. La carta es directa sobre las señales de alarma para los inversionistas; en concreto, una estructura accionaria de dos clases que les deja el control a los dueños.
Es posible ver cómo esas palabras escritas hace 10 años ayudaron a formar una cultura que es lo suficientemente temeraria, experimental y flexible como para que Google sea lo que es hoy. En ese entonces, Google era una empresa de unos 2.000 empleados y era casi exclusivamente un motor de búsquedas.
En 2004, sus productos eran tan limitados que enumeraba como importantes beneficios para los usuarios funciones ahora muy comunes como control de ortografía y calculadoras en línea. Su servicio de e-mail, Gmail, acababa de ser lanzado. Los teléfonos inteligentes eran tan incipientes que la palabra móvil apareció sólo seis veces, e incluso “la web móvil” requería comillas, lo que indica lo exótica que era. No existían Android, YouTube, Google Car ni Google Chrome, no tenía termostatos, ni satélites en órbita, ni fibra óptica.
De hecho, los ingresos en 2004 ascendieron a poco menos de US$3.200 millones, por debajo de lo que registraban The Washington Post Co. y Western Union Co.
Los ingresos de Google superan US$65.000 millones, y sólo 40 empresas de Estados Unidos facturan más; tiene un margen de ganancia neta de más de 20%, cifra que sólo superan tres firmas; y su valor de mercado es ahora uno de las mayores del planeta, de casi US$400.000 millones. Nada de su pensamiento adelantado de 2004 indica que Googleesté posicionado perfectamente para los desafíos de 2024. Mucho amenaza su terreno.
El objetivo que data de una década atrás de brindar “acceso sin sesgos” a la información se ve amenazado por la pantalla pequeña del smartphone. La empresa se ha visto enredada en problemas legales en todo el mundo y su propia burocracia en su sede central. Puede ser arrogante y prepotente. Aún quedan pendientes temas más profundos sobre vigilancia, privacidad y libertad.
Diez años más tarde, Google sigue siendo incuestionable, incorporada a nuestro sistema nervioso central. Si pregunta por qué, lea esa carta inicial concisa y duradera. Luego pruebe con un ejercicio. Con oraciones cortas, ¿cómo explicaría su propósito a 10 años? Si no puede hacerlo, probablemente no se haga realidad.