19/04/2024
12:32 AM

Sequía: hoy y mañana

    Redacción, San Pedro Sula, Honduras

    Lástima que mirar hacia el campo se haga en las condiciones en que generalmente se abordan las situaciones en nuestro país: emergencia. Señalamos esto porque el tema de la seguridad alimentaria entra, con fuerza pero sin efectividad, cada cuatro años en el discurso electoral para la búsqueda no de soluciones, sino de votos en el área rural donde la pobreza y la exclusión rebasan las estadísticas y no caben en los informes.

    Pero si directamente el fracaso de la cosecha de granos por la sequía afecta a miles de familias en el campo, quienes viven en la ciudad reciben también el golpe, pues tendrán recursos y mayor capacidad adquisitiva, pero los precios se dispararán con el más elemental movimiento de los factores del mercado.

    Nuevamente y con un mayor drenaje de reservas internacionales habrá que apelar a la importación de comida que es un puñetazo duro al rostro de todos los hondureños: Importar combustible, normal, por ahora no producimos; pero comida con tierra fértil, ríos, campesinos, agricultores y, supuestamente financiamiento, es incomprensible, pero real.

    Una y otra vez el culpable es el otro que pese a las advertencias y a las experiencias no se aprende ni se intenta aprender la lección. Los efectos del cambio climático serán cada vez más visibles y drásticos por lo que llamar a cerrar filas cuando el desastre pone en riesgo la vida de miles de familias es un capítulo más de la miopía institucional y el desinterés por abordar los problemas desde abajo no con deslumbrantes proyectos y planes, ajenos a las crisis recurrentes en nuestro país.

    La repuesta de los países cooperantes, cuyos representantes conocen como pocos los entretelones de la política agraria nacional, han ofrecido su colaboración en la ayuda para mitigar los efectos del cambio climático, “que está acá para quedarse”, mediante la construcción de pequeñas represas e instalación de sistema de riego para reducir o eliminar la dependencia cíclica de las condiciones meteorológicas.

    De momento el gobierno asegura que cuenta “con los recursos financieros para atender hasta 6 mil familias”, lo cual es un alivio para la población, aunque conocemos muy bien los obstáculos administrativos y la parsimonia de los burócratas para atender aún las mismas emergencias. Quizás con los ojos de los país amigos y de los medios de comunicación, la atención a los damnificados por la sequía sea ágil y universal.

    Sin lastimar la dignidad es necesario adoptar el sistema de “ayúdate que te ayudaré”. A la cooperación internacional responde el Estado con recursos propios y a ello las comunidades afectadas habrán de organizar a la población para realizar obras de beneficio común. Que no sea un “arrancón” y con las primeras lluvias se olvide hasta el próximo año que habrá con más de lo mismo y peor.