Tegucigalpa, Honduras.
Organismos de Derechos Humanos verificaron ayer el proceso de destrucción de armas por parte de la Policía Nacional.
Las autoridades policiales informaron que a la fecha se ha destruido un total de 3,155 armas de fuego de diferentes calibres.
Agregaron que también se tiene previsto la destrucción de armas orgánicas, es decir, las que usó la institución armada hace más de una década y que ya están obsoletas e inservibles.
Wilfredo Sánchez, del Centro de Investigación y Promoción de Derechos Humanos (Ciprodeh), calificó como un hecho importante que el país cuente con sus propias máquinas para destruir armas.
“Ya no están prestadas, también se están generando las capacidades dentro de la Policía para que este proceso de destrucción se dé”, declaró.
El proceso también fue observado por los representantes de la Asociación Kukulcán Honduras y Casa Alianza.
Los defensores de derechos humanos recomendaron a las autoridades que los residuos de las armas destruidas sean utilizados para la fabricación de pupitres para la escuelas, sillas para personas discapacitadas, en todo caso un monumento a la paz o al policía caído.
Organismos de Derechos Humanos verificaron ayer el proceso de destrucción de armas por parte de la Policía Nacional.
Las autoridades policiales informaron que a la fecha se ha destruido un total de 3,155 armas de fuego de diferentes calibres.
Agregaron que también se tiene previsto la destrucción de armas orgánicas, es decir, las que usó la institución armada hace más de una década y que ya están obsoletas e inservibles.
Wilfredo Sánchez, del Centro de Investigación y Promoción de Derechos Humanos (Ciprodeh), calificó como un hecho importante que el país cuente con sus propias máquinas para destruir armas.
“Ya no están prestadas, también se están generando las capacidades dentro de la Policía para que este proceso de destrucción se dé”, declaró.
El proceso también fue observado por los representantes de la Asociación Kukulcán Honduras y Casa Alianza.
Los defensores de derechos humanos recomendaron a las autoridades que los residuos de las armas destruidas sean utilizados para la fabricación de pupitres para la escuelas, sillas para personas discapacitadas, en todo caso un monumento a la paz o al policía caído.
