Hong Kong, China.
Los inversionistas se abalanzan sobre la deuda de mercados emergentes denominada en monedas locales ante señales de estabilidad política y económica en algunas regiones y a pesar de que las tensiones se intensifican en Ucrania y Medio Oriente.
Aunque los inversionistas llevan años comprando deuda emergente en dólares, que es considerada más segura, la inclinación hacia los bonos en moneda local muestra que algunos están dando pasos más audaces para obtener mayores rendimientos.
Los gestores de dinero están entrando a este segmento a pesar de que algunas de las divisas de mayor riesgo en los mercados emergentes conocidos como los “cinco frágiles” —Brasil, Indonesia, India, Sudáfrica y Turquía— se han visto sacudidas por las grandes fluctuaciones de los precios del petróleo a raíz de la intensificación de la violencia en Irak. La invasión de Gaza por parte de Israel y el conflicto en Ucrania han aumentado los temores de una interrupción de los suministros globales.
La deuda vendida en monedas que van desde el real brasileño hasta el baht tailandés ha subido 12% en promedio desde principios de febrero, cuando un índice de J.P. Morgan que sigue los bonos en moneda local de países emergentes llegó a su mínimo de este año.
Sólo en los últimos dos meses, los bonos turcos denominados en liras ganaron 2% pese a que la moneda del país cayó más de 2%. El real brasileño perdió 1%, pero los bonos denominados en esa divisa subieron 3%.
Entre abril y junio de este año, se han inyectado en total US$4.900 millones netos en bonos denominados en moneda local, lo cual casi compensa los US$5.500 millones que salieron entre enero y marzo, según EPFR Global, un proveedor de datos.
La ola de efectivo estuvo cerca de igualar los US$5.400 millones que ingresaron a fondos que compran deuda de mercados emergentes denominada en las llamadas monedas duras —dólares, euros y yenes— que los inversionistas suelen favorecer.
Esta tendencia marca un cambio drástico con respecto al año pasado. En ese entonces, las economías emergentes fueron golpeadas por una venta generalizada luego de que Estados Unidos dio señales de que reduciría las compras de bonos que en los últimos años contribuyeron a una racha alcista de los precios de los activos en varios países en desarrollo.
J.P. Morgan Asset Management, con US$1,5 billones (millones de millones) en activos, ha incrementado sus tenencias de deuda en moneda local de 3% el año pasado a 5% de su cartera concentrada en mercados emergentes.
“Lo que ha cambiado este año es que (…) los fundamentos de los mercados emergentes se están ajustando y cíclicamente están en mejor forma”, afirma el gestor de fondos Matías Silvani, de J.P. Morgan. “Esto sorprendió a algunas personas”.
El optimismo generado por los nuevos líderes de Indonesia tras una elección llevada a cabo este mes ha impulsado la rupia a un máximo de siete semanas. En tanto, las acciones se encuentran en su punto más alto en 13 meses.
Asimismo, el nuevo gobierno de India ha traído esperanzas de que reformas económicas se lleven a cabo de manera eficiente. Las acciones, los bonos y su moneda han subido, si bien las alzas han perdido un poco de fuerza últimamente.
El creciente apetito por la deuda india llevó a la gestora de dinero Invesco a lanzar un fondo en abril para invertir en bonos denominados en rupias en el mercado interno del país.
“Después de años de una administración pública ineficiente, el gobierno indio encabezado por el partido BJP es uno que finalmente tiene fortaleza y cuenta con mucho apoyo de la gente”, expresa Ken Hu, director de inversiones de renta fija de Asia-Pacífico en Invesco, quien ayuda a gestionar US$790.100 millones de activos. “Hay esperanzas de que la implementación de políticas se acelere”.
Muchos gestores de dinero mantienen una posición más pequeña en bonos indios de lo que recomiendan los principales índices de referencia, por lo que tienen margen para elevar su exposición en momentos en que los papeles del gobierno indio rinden más de 8%, indica Hu. En contraste, la deuda soberana a 10 años de España e Italia, dos países europeos que tienen dificultades para mantener el crecimiento, ofrece rendimientos menores a 3%.
De todas formas, recientemente hubo algo de tambaleo. En las primeras tres semanas de julio, US$111 millones netos salieron de los bonos de mercados emergentes en moneda local, según EPFR Global. Los conflictos geopolíticos han causado preocupaciones de que los precios petroleros puedan aumentar, lo que perjudicaría a economías emergentes que importan grandes volúmenes de energía. Unos precios más altos pueden causar inflación y déficits comerciales más amplios, dos factores que pueden devaluar una moneda. Una divisa debilitada socavaría los retornos que ofrecen los bonos en moneda local.
“Asia está expuesta a los precios energéticos, que están aumentando y lastrando los costos de las importaciones para la región (…) Es por eso que este año preferimos mantener monedas duras”, dice Yerlan Syzdykov, director de bonos de mercados emergentes e inversiones de alto rendimiento de Pioneer Investments, quien ayuda a gestionar US$249.000 millones en activos.
Sin embargo, otros inversionistas y analistas confían en que cualquier agitación será pasajera y que los altos rendimientos compensarán una debilidad de las divisas.
Sudáfrica, por ejemplo, paga una tasa de interés de 7,9% por sus bonos de referencia a 10 años, mientras que los bonos turcos ofrecen rendimientos de 8,7%, lo que supera considerablemente los porcentajes de 4,5% y 4,6% que ofrecen respectivamente los bonos en dólares de estos países.
Deutsche Bank es sacudido por críticas de EE.UU. a sus deficiencias contables
FRÁNCFORT—Durante sus seis años como director financiero de Deutsche Bank AG, Stefan Krause, ha asumido la reforma de los sistemas de reportes financieros del banco alemán como un pilar de su gestión. Sin embargo, después de que las autoridades de Estados Unidos expresaron serias preocupaciones sobre sus datos, ahora es el propio Krause quien se encuentra bajo presión.
En una evaluación que hizo el año pasado, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York halló que las gigantescas operaciones estadounidenses de Deutsche Bank tienen numerosos y graves problemas en sus informes financieros y que el banco no los ha corregido pese a haber estado al tanto de ellos desde hace años, según documentos a los que tuvo acceso The Wall Street Journal.
Krause es el principal guardián de los datos financieros de Deutsche Bank y encabeza una iniciativa que abarca toda la empresa para mejorar la calidad de sus informes, un proyecto que la Fed de Nueva York calificó de inadecuado.
En una carta enviada a ejecutivos de Deutsche Bank en diciembre, Daniel Muccia, vicepresidente sénior de la Fed de Nueva York a cargo de supervisar las operaciones en EE.UU. del banco, escribió que los informes producidos por algunas de sus divisiones “son de baja calidad, imprecisos y poco fiables”. Muccia agregó que “la envergadura y amplitud de los errores sugieren que toda la estructura de informes regulatorios del banco en EE.UU. requiere de diversas medidas correctivas”.
Otros reguladores que supervisan a las más de 8.500 entidades legales que tiene Deutsche Bank en todo el mundo han expresado preocupaciones sobre los sistemas de control del banco. El supervisor bancario alemán, BaFin, abrió una investigación en junio acerca de sus controles internos en la división de commodities, según una fuente al tanto. Las reacciones reflejan el mayor escrutinio regulatorio que han enfrentado los bancos desde la crisis financiera.
“Hemos estado trabajando diligentemente para reforzar más nuestros sistemas y controles, y estamos comprometidos con ser el mejor de la clase”, dijo un portavoz de Deutsche Bank el martes. Como parte de la iniciativa, agregó, el banco va a invertir 1.000 millones de euros (US$1.350 millones) a nivel mundial y designará 1.300 personas para estas tareas.
Las críticas del banco regional de la Fed significan una reprimenda a uno de los mayores bancos del mundo, en momentos en que los reguladores de EE.UU. intensifican su enfoque en la salud de las firmas financieras extranjeras con importantes operaciones en el país.
La carta, fechada el 11 de diciembre, decía que Deutsche Bank no había hecho “ningún avance” en la corrección de problemas identificados previamente. Según la nota, los examinadores encontraron “errores materiales y mala integridad de datos” en los informes financieros de sus entidades en EE.UU., que son utilizados por los reguladores, economistas e inversionistas para evaluar sus operaciones. Los problemas iban desde errores de ingreso de datos a no tener en cuenta el valor de garantías a la hora de estimar el riesgo de los préstamos.
Las deficiencias constituyen una “falla sistémica” y “exponen a la firma a un considerable riesgo operativo e informes regulatorios erróneos”, escribió Muccia.
La Fed de Nueva York tiene varias herramientas a su disposición para abordar las falencias de los bancos que regula. Puede enviar cartas privadas exigiendo medidas, como lo hizo con Deutsche Bank, o, en casos más graves, puede imponer restricciones sobre las actividades de las firmas.
La carta, que no había salido a la luz hasta ahora, ordenó a Deutsche Bank a asegurarse de que se tomarán medidas para solucionar los problemas. También indicó que el banco podría tener que modificar algunos de los datos financieros que presentó a los reguladores.
Las operaciones estadounidenses de Deutsche Bank, que incluye banca de inversión, gestión de activos y procesamiento de transacciones, ascienden a US$600.000 millones en activos, o más de un cuarto del total de la empresa a nivel mundial, según ejecutivos. En América Latina, Deutsche Bank tiene presencia en Argentina, Brasil, Chile y Perú, pero opera sólo en los segmentos de finanzas corporativas e institucionales.
Grandes porciones de las operaciones en EE.UU. eran responsabilidad de Anshu Jain, hoy copresidente ejecutivo del banco. El actual presidente ejecutivo de Deutsche Bank en América del Norte es Jacques Brand. El portavoz del banco no quiso hacer declaraciones en nombre de ellos.
Krause se incorporó a Deutsche Bank como director financiero en 2008, proveniente de la automotriz BMW AG. Las críticas de la Fed de Nueva York a su trabajo contrastan con las reacciones positivas que ha recibido de muchos inversionistas por desprenderse de activos no esenciales y ayudar a reafirmar la base financiera del banco en los últimos dos años.
Uno de los proyectos más importantes de Krause desde que asumió el cargo ha sido implementar un gigantesco proyecto de tecnología de la información llamado Stride, un acrónimo de Strategic Reporting and Information Delivery Program (algo así como Programa Estratégico de Reportes y Entrega de Información). Iniciado en 2010, el programa tiene como objetivo mejorar los informes financieros de todas las divisiones al consolidar en un sistema único los más de 1.000 sistemas de tecnología de la información que utiliza el banco.
No obstante, el progreso de Stride ha sido lento. Se preveía en principio que se completara el próximo año, pero la fecha ha sido aplazada hasta 2016, en parte por problemas técnicos. La lenta implementación llevó a Deutsche Bank a reducir la remuneración de Krause el año pasado, según personas al tanto.
“Creemos que el programa Stride, bajo el liderazgo de Stefan Krause, ha sido un componente instrumental que nos ayuda a consolidar y modernizar aún más nuestros informes regulatorios y financieros”, dijo el vocero del banco el miércoles. “El programa está avanzando paso a paso, pero como cualquier proyecto de sistemas ambicioso, es una iniciativa de varios años”.
“Debido a que el banco no ha sido capaz de eliminar las deficiencias durante un período tan largo (...) tiene que haber consecuencias para el director financiero”, afirma Dieter Hein, analista de la firma de investigación financiera Fairesearch, en Fráncfort.
La divulgación de la carta de la Fed de Nueva York es “horriblemente embarazosa” para Deutsche Bank, dice Dan Davies, analista de Exane BNP Paribas, en Londres. Sin embargo, dijo, el asunto “no debería exagerarse (...) La incompetencia general de los sistemas y los controles es una gran prioridad de la Fed en este momento”.
Los inversionistas se abalanzan sobre la deuda de mercados emergentes denominada en monedas locales ante señales de estabilidad política y económica en algunas regiones y a pesar de que las tensiones se intensifican en Ucrania y Medio Oriente.
Aunque los inversionistas llevan años comprando deuda emergente en dólares, que es considerada más segura, la inclinación hacia los bonos en moneda local muestra que algunos están dando pasos más audaces para obtener mayores rendimientos.
Los gestores de dinero están entrando a este segmento a pesar de que algunas de las divisas de mayor riesgo en los mercados emergentes conocidos como los “cinco frágiles” —Brasil, Indonesia, India, Sudáfrica y Turquía— se han visto sacudidas por las grandes fluctuaciones de los precios del petróleo a raíz de la intensificación de la violencia en Irak. La invasión de Gaza por parte de Israel y el conflicto en Ucrania han aumentado los temores de una interrupción de los suministros globales.
La deuda vendida en monedas que van desde el real brasileño hasta el baht tailandés ha subido 12% en promedio desde principios de febrero, cuando un índice de J.P. Morgan que sigue los bonos en moneda local de países emergentes llegó a su mínimo de este año.
Sólo en los últimos dos meses, los bonos turcos denominados en liras ganaron 2% pese a que la moneda del país cayó más de 2%. El real brasileño perdió 1%, pero los bonos denominados en esa divisa subieron 3%.
Entre abril y junio de este año, se han inyectado en total US$4.900 millones netos en bonos denominados en moneda local, lo cual casi compensa los US$5.500 millones que salieron entre enero y marzo, según EPFR Global, un proveedor de datos.
La ola de efectivo estuvo cerca de igualar los US$5.400 millones que ingresaron a fondos que compran deuda de mercados emergentes denominada en las llamadas monedas duras —dólares, euros y yenes— que los inversionistas suelen favorecer.
Esta tendencia marca un cambio drástico con respecto al año pasado. En ese entonces, las economías emergentes fueron golpeadas por una venta generalizada luego de que Estados Unidos dio señales de que reduciría las compras de bonos que en los últimos años contribuyeron a una racha alcista de los precios de los activos en varios países en desarrollo.
J.P. Morgan Asset Management, con US$1,5 billones (millones de millones) en activos, ha incrementado sus tenencias de deuda en moneda local de 3% el año pasado a 5% de su cartera concentrada en mercados emergentes.
“Lo que ha cambiado este año es que (…) los fundamentos de los mercados emergentes se están ajustando y cíclicamente están en mejor forma”, afirma el gestor de fondos Matías Silvani, de J.P. Morgan. “Esto sorprendió a algunas personas”.
El optimismo generado por los nuevos líderes de Indonesia tras una elección llevada a cabo este mes ha impulsado la rupia a un máximo de siete semanas. En tanto, las acciones se encuentran en su punto más alto en 13 meses.
Asimismo, el nuevo gobierno de India ha traído esperanzas de que reformas económicas se lleven a cabo de manera eficiente. Las acciones, los bonos y su moneda han subido, si bien las alzas han perdido un poco de fuerza últimamente.
El creciente apetito por la deuda india llevó a la gestora de dinero Invesco a lanzar un fondo en abril para invertir en bonos denominados en rupias en el mercado interno del país.
“Después de años de una administración pública ineficiente, el gobierno indio encabezado por el partido BJP es uno que finalmente tiene fortaleza y cuenta con mucho apoyo de la gente”, expresa Ken Hu, director de inversiones de renta fija de Asia-Pacífico en Invesco, quien ayuda a gestionar US$790.100 millones de activos. “Hay esperanzas de que la implementación de políticas se acelere”.
Muchos gestores de dinero mantienen una posición más pequeña en bonos indios de lo que recomiendan los principales índices de referencia, por lo que tienen margen para elevar su exposición en momentos en que los papeles del gobierno indio rinden más de 8%, indica Hu. En contraste, la deuda soberana a 10 años de España e Italia, dos países europeos que tienen dificultades para mantener el crecimiento, ofrece rendimientos menores a 3%.
De todas formas, recientemente hubo algo de tambaleo. En las primeras tres semanas de julio, US$111 millones netos salieron de los bonos de mercados emergentes en moneda local, según EPFR Global. Los conflictos geopolíticos han causado preocupaciones de que los precios petroleros puedan aumentar, lo que perjudicaría a economías emergentes que importan grandes volúmenes de energía. Unos precios más altos pueden causar inflación y déficits comerciales más amplios, dos factores que pueden devaluar una moneda. Una divisa debilitada socavaría los retornos que ofrecen los bonos en moneda local.
“Asia está expuesta a los precios energéticos, que están aumentando y lastrando los costos de las importaciones para la región (…) Es por eso que este año preferimos mantener monedas duras”, dice Yerlan Syzdykov, director de bonos de mercados emergentes e inversiones de alto rendimiento de Pioneer Investments, quien ayuda a gestionar US$249.000 millones en activos.
Sin embargo, otros inversionistas y analistas confían en que cualquier agitación será pasajera y que los altos rendimientos compensarán una debilidad de las divisas.
Sudáfrica, por ejemplo, paga una tasa de interés de 7,9% por sus bonos de referencia a 10 años, mientras que los bonos turcos ofrecen rendimientos de 8,7%, lo que supera considerablemente los porcentajes de 4,5% y 4,6% que ofrecen respectivamente los bonos en dólares de estos países.
Deutsche Bank es sacudido por críticas de EE.UU. a sus deficiencias contables
FRÁNCFORT—Durante sus seis años como director financiero de Deutsche Bank AG, Stefan Krause, ha asumido la reforma de los sistemas de reportes financieros del banco alemán como un pilar de su gestión. Sin embargo, después de que las autoridades de Estados Unidos expresaron serias preocupaciones sobre sus datos, ahora es el propio Krause quien se encuentra bajo presión.
En una evaluación que hizo el año pasado, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York halló que las gigantescas operaciones estadounidenses de Deutsche Bank tienen numerosos y graves problemas en sus informes financieros y que el banco no los ha corregido pese a haber estado al tanto de ellos desde hace años, según documentos a los que tuvo acceso The Wall Street Journal.
Krause es el principal guardián de los datos financieros de Deutsche Bank y encabeza una iniciativa que abarca toda la empresa para mejorar la calidad de sus informes, un proyecto que la Fed de Nueva York calificó de inadecuado.
En una carta enviada a ejecutivos de Deutsche Bank en diciembre, Daniel Muccia, vicepresidente sénior de la Fed de Nueva York a cargo de supervisar las operaciones en EE.UU. del banco, escribió que los informes producidos por algunas de sus divisiones “son de baja calidad, imprecisos y poco fiables”. Muccia agregó que “la envergadura y amplitud de los errores sugieren que toda la estructura de informes regulatorios del banco en EE.UU. requiere de diversas medidas correctivas”.
Otros reguladores que supervisan a las más de 8.500 entidades legales que tiene Deutsche Bank en todo el mundo han expresado preocupaciones sobre los sistemas de control del banco. El supervisor bancario alemán, BaFin, abrió una investigación en junio acerca de sus controles internos en la división de commodities, según una fuente al tanto. Las reacciones reflejan el mayor escrutinio regulatorio que han enfrentado los bancos desde la crisis financiera.
“Hemos estado trabajando diligentemente para reforzar más nuestros sistemas y controles, y estamos comprometidos con ser el mejor de la clase”, dijo un portavoz de Deutsche Bank el martes. Como parte de la iniciativa, agregó, el banco va a invertir 1.000 millones de euros (US$1.350 millones) a nivel mundial y designará 1.300 personas para estas tareas.
Las críticas del banco regional de la Fed significan una reprimenda a uno de los mayores bancos del mundo, en momentos en que los reguladores de EE.UU. intensifican su enfoque en la salud de las firmas financieras extranjeras con importantes operaciones en el país.
La carta, fechada el 11 de diciembre, decía que Deutsche Bank no había hecho “ningún avance” en la corrección de problemas identificados previamente. Según la nota, los examinadores encontraron “errores materiales y mala integridad de datos” en los informes financieros de sus entidades en EE.UU., que son utilizados por los reguladores, economistas e inversionistas para evaluar sus operaciones. Los problemas iban desde errores de ingreso de datos a no tener en cuenta el valor de garantías a la hora de estimar el riesgo de los préstamos.
Las deficiencias constituyen una “falla sistémica” y “exponen a la firma a un considerable riesgo operativo e informes regulatorios erróneos”, escribió Muccia.
La Fed de Nueva York tiene varias herramientas a su disposición para abordar las falencias de los bancos que regula. Puede enviar cartas privadas exigiendo medidas, como lo hizo con Deutsche Bank, o, en casos más graves, puede imponer restricciones sobre las actividades de las firmas.
La carta, que no había salido a la luz hasta ahora, ordenó a Deutsche Bank a asegurarse de que se tomarán medidas para solucionar los problemas. También indicó que el banco podría tener que modificar algunos de los datos financieros que presentó a los reguladores.
Las operaciones estadounidenses de Deutsche Bank, que incluye banca de inversión, gestión de activos y procesamiento de transacciones, ascienden a US$600.000 millones en activos, o más de un cuarto del total de la empresa a nivel mundial, según ejecutivos. En América Latina, Deutsche Bank tiene presencia en Argentina, Brasil, Chile y Perú, pero opera sólo en los segmentos de finanzas corporativas e institucionales.
Grandes porciones de las operaciones en EE.UU. eran responsabilidad de Anshu Jain, hoy copresidente ejecutivo del banco. El actual presidente ejecutivo de Deutsche Bank en América del Norte es Jacques Brand. El portavoz del banco no quiso hacer declaraciones en nombre de ellos.
Krause se incorporó a Deutsche Bank como director financiero en 2008, proveniente de la automotriz BMW AG. Las críticas de la Fed de Nueva York a su trabajo contrastan con las reacciones positivas que ha recibido de muchos inversionistas por desprenderse de activos no esenciales y ayudar a reafirmar la base financiera del banco en los últimos dos años.
Uno de los proyectos más importantes de Krause desde que asumió el cargo ha sido implementar un gigantesco proyecto de tecnología de la información llamado Stride, un acrónimo de Strategic Reporting and Information Delivery Program (algo así como Programa Estratégico de Reportes y Entrega de Información). Iniciado en 2010, el programa tiene como objetivo mejorar los informes financieros de todas las divisiones al consolidar en un sistema único los más de 1.000 sistemas de tecnología de la información que utiliza el banco.
No obstante, el progreso de Stride ha sido lento. Se preveía en principio que se completara el próximo año, pero la fecha ha sido aplazada hasta 2016, en parte por problemas técnicos. La lenta implementación llevó a Deutsche Bank a reducir la remuneración de Krause el año pasado, según personas al tanto.
“Creemos que el programa Stride, bajo el liderazgo de Stefan Krause, ha sido un componente instrumental que nos ayuda a consolidar y modernizar aún más nuestros informes regulatorios y financieros”, dijo el vocero del banco el miércoles. “El programa está avanzando paso a paso, pero como cualquier proyecto de sistemas ambicioso, es una iniciativa de varios años”.
“Debido a que el banco no ha sido capaz de eliminar las deficiencias durante un período tan largo (...) tiene que haber consecuencias para el director financiero”, afirma Dieter Hein, analista de la firma de investigación financiera Fairesearch, en Fráncfort.
La divulgación de la carta de la Fed de Nueva York es “horriblemente embarazosa” para Deutsche Bank, dice Dan Davies, analista de Exane BNP Paribas, en Londres. Sin embargo, dijo, el asunto “no debería exagerarse (...) La incompetencia general de los sistemas y los controles es una gran prioridad de la Fed en este momento”.