24/04/2024
07:56 AM

El llamado a la vida

    La celebración de la Vigilia Pascual, anhelo contenido desde la tarde del viernes, congrega a los feligreses en las primeras horas de la noche para la liturgia más solemne del año con abundantes expresiones simbólicas, todas encaminadas a mostrar y resaltar la vida y su dimensión de eternidad. “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?”. Es la pregunta esencial en el cristianismo en el que la existencia de cada persona debiera ser prolongación de aquel que se definió “camino, verdad y vida”.

    Este ha sido también el mensaje en los templos y en las procesiones, ligadas a las tradiciones religiosa, cultural y popular de los hondureños, cuya esperanza, en el ambiente de fuertes tormentas, de horizonte cerrado, perdura en el corazón a la espera de mejores épocas, pues sin la resurrección, como enseña el apóstol Pablo de Tarso,

    inútil sería la fe.

    “Vamos a bendecir nuestras palmas con agua bendita”, decía el cardenal ósacar Andrés Rodríguez a los feligreses el domingo pasado, “pero también vamos a bendecir nuestras cabezas, corazones y cuerpos para que el Dios todopoderoso reine en nuestros corazones y se manifieste en cada uno de nosotros”.

    “Creer y confesar la resurrección del Señor nos compromete a orar por la paz: Señor, danos tu paz, a buscar juntos los caminos pacíficos que llevan a una paz cada vez más consolidada, a trabajar por el bien común, es decir, por aquellas condiciones de vida dignas para todos, ya que el desarrollo humano es un nombre de la paz, a poner los medios éticos y lícitos para superar la violencia”, nos recuerda monseñor ángel Garachana en su mensaje de Semana Santa.

    En la tradición se conocía esta fecha como pascua florida por la estación primaveral que es también signo de vida, paso de la esclavitud a la libertad relatado en la Biblia como gesta de pueblo en camino hacia la Tierra Prometida tras el paso del mar Rojo y su peregrinaje por el desierto. Todo ello enriquece la celebración en la que el camino hacia la vida pasa por la cruz, pero la meta es la resurrección.

    La fiesta por excelencia en el calendario cristiano es la cúspide de esta semana en la que la vivencia religiosa, rebosante de multitud, “nos recuerda siempre que somos de Dios, no somos del mal”, de manera que en la comunidad iremos creando las condiciones y oportunidades para recuperar la paz con sólidos fundamentos en la verdad, libertad, justicia y amor.

    Tras unas horas de recogimiento llega la “Pascua de Resurrección, el “paso” de Jesús de este mundo al Padre, de la muerte a la vida, de la humillación a la glorificación. No buscamos a Jesús entre los muertos. Le confesamos como el Viviente, ayer, hoy y siempre”.