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Hondureño deportado por error se reencuentra con familia en frontera

  • 29 octubre 2013 /

Ezequiel Pena es uno de los más de 1.6 millones de indocumentados deportados por EEUU en los últimos cinco años.

Los Angeles, Estados Unidos

Sucede a diario en la frontera entre Estados Unidos y México: que un número mayor de centroamericanos son devueltos a México como ciudadanos de ese país y quienes al llegar ahí pierden muchas veces el contacto con sus familias.

Ese fue el caso de Ezequiel y sus hermanas y Norma y Jackie Pena, tres hondureños separados por las deportaciones y donde la televisión pudo hacer un milagro moderno.

La ansiedad consumía Ezequiel, que esperaba una ocasión única y de la que hace pocos días se enteró: que iba a ver a sus hermanas por primera vez en cinco años.

“Nunca había imaginado volver a ver a mi mis hermanas”, dice, emocionado.

Un equipo de Univision lo dejó esperando en la frontera de Tijuana, que divide a México de Estados Unidos, y se dirigió a Los Ángeles en busca Norma y Jackie, quién se preparaban para algo importante y no sabían de qué se trataba.

Hasta que vieron un video grabado por el equipo de Univision donde aparecía Ezequiel. La sorpresa fue enorme y emocionante.

“Desde el 2008 que él se fue yo ya no volví a saber nada más de él. Y como había noticias de que en Tijuana aparecían personas sin cabeza, y decía yo: será que a él también ya lo han de haber matado”, cuenta Norma.

Ella habla de su hermano Ezequiel, deportado erróneamente a México hace cinco años.

“Siempre en mis oraciones, siempre le pedía a Dios que él estuviera bien, que me diera una señal”, dice.

Respuesta inesperada

Y la señal llegó con este reportaje del Noticiero Univision sobre el inframundo de El Bordo, la temible zona de Tijuana donde viven los deportados sin hogar.

“Me han asaltado tres veces ya, a pesar de que no tengo nada me han quitado lo poquito que tengo”, dice Ezequiel.

“Pensar de hacerlo muerto y, de repente, que aparezca con vida...”, señala Norma.

Lo demás fue logística para reencontrarse en el único sitio posible: el Parque Binacional donde se unen los dos países. Ella, la hermana de Ezequiel, no puede cruzar a México.

El reencuentro se lleva a cabo separados por una valla, él en territorio mexicano y ella en territorio estadounidense. Solo se tocan con las puntas de los dedos.

“Tanto que te aconsejaba yo, chequel”, dice ella cuando lo mira después de cinco años.

De acuerdo a las reglas dictadas por las autoridades, la reunión sólo podía durar media hora, 30 minutos.

“Hace poco me iban a matar. Me dieron un balazo en el hombro, en el estomago también”, cuenta Ezequiel a su hermana. La voz le tiembla.

“Imagínate, no poder ni abrazarte, no poder nada, Chequel”, le responde Norma.

“Con esta cochinada en medio no se puede nada, verdad”, dice el inmigrante deportado erróneamente a México por las autoridades migratorias de Estados Unidos.

Aún así, Ezequiel pudo contarles a sus hermanas que vive en la calle, que come cuando puede en los albergues, que sobrevive limpiando autos y que se sumió en un abismo.

Mejor con la familia

“Es mejor regresarte para Honduras, toda tu familia va a saber que estas bien y tendrás por lo menos donde vivir”, le dice Norma.

“Le voy a hacer caso, me voy a ir para honduras entonces”, responde Ezequiel.

El reverendo Saúl Montiel, de la Iglesia Metodista Unida, dice que “el lugar más seguro para una persona que ha sido deportada es estar con su familia donde sea. En los Estados Unidos, en México, en Centroamérica”.

“Todos estos días sentía que se me tapan los oídos, pero decía yo, ¿por qué será? Es alguien que está pidiendo por mí”, cuenta el inmigrante deportado que vive en una tierra extraña.

La hora de la despedida llega para los dos que apenas pudieron tocarse los dedos por entre la cerca que divide a ambos países.

“Que Dios te bendiga y te cuide hijo”, le dice Norma.

La línea divisoria no les impidió a estos dos hermanos separados por las deportaciones un beso cargado de promesas, reportó desde la frontera la periodista María Antonieta Collins.

El Parque Binacional entre Tijuana e Imperial Beach, en California, sólo está abierto de 10 AM a 2 PM los días sábados y domingos. Y tiene un límite que, quienes lo traspasan, reciben severas penas de cárcel.